Está claro que Inés Sainz no vive de su cerebro, sino de su presencia, de su imagen y también de su cuerpo. Si no fuera así, por qué en su cuenta Twitter pone: «Contrataciones [email protected]». Ella es queretana como Anaya, aunque si usted la contrata puede ser jarocha, regiomontana, yucateca o hasta chilanga. Se toma fotos con los actores políticos más honestos y congruentes, por ejemplo, Javier Lozano.
En su escasa entelequia la señora publica: «Siento pena por los amargados: Se les invita a votar y lo único que hacen es agredir y demostrar su poca educación y sus cero argumentos!! A ellos les digo: Pónganse a trabajar, no a sentarse a que les regalen las cosas! Por qué así se quedarán toda la vida!! Esperando».
Eso pone en respuesta a un mensaje que anteriormente subiera, y que después robara, donde se hace una denuncia falsa sobre el financiamiento de Venezuela a la campaña de López Obrador. Ella tira la primera mordida y después se queja de que le ladren. Por cierto, la señora tiene un pariente político que busca un puesto público con las siglas del PAN.
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