Dependiendo de la elección, que puede ser para presidente de la República, gobernador, presidente municipal, senador o diputado, las campañas sirven para que los candidatos se den a conocer y den a conocer sus propuestas. Con base en esta información los ciudadanos pueden crear su propio criterio que los ayude a decidir cuál es el mejor candidato de acuerdo a su propuesta y a su persona. Pero si no hay campañas no se conocería a los candidatos.
En el caso de los diputados locales y federales, se dieron casos en que, en tiempos de campañas, algunos candidatos optaron por no ir a las diferentes comunidades de su distrito, optaron por no darse a conocer y por no dar a conocer sus propuestas. Antes bien, estos candidatos sólo esperan que la “Divina Providencia” del voto parejo los lleve en la ola de su candidato presidencial. Por supuesto nos referimos a los candidatos de Morena, quienes, como el esclavo inicuo de la parábola bíblica, escondieron sus dones por miedo a perderlos y no tener nada que entregar a su amo.
Sólo los que hicieron campaña, los que dieron a conocer sus propuestas, los que dieron la cara a los electores visitándolos de casa en casa, sólo ellos pueden ser merecedores de nuestro voto. Si un aspirante a diputado ni siquiera se acercó a nuestra comunidad como candidato, menos lo hará ya siendo diputado.
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