Todos se sienten con derecho de gobernar a otros. Los candidatos, sean del partido que sean, se siente descendientes directos de los Tlatoanis aztecas, sienten que tienen un halo de divinidad que los hace diferentes de los simples mortales. Ahora que pretenden un puesto de elección popular, son un encanto de personas: son generosos, saludan, les dan el asiento a las ancianas, es más tenga por seguro que, si a su perro le gana en la calle, no faltará el acomedido que limpie por usted.
Hay otros que son capaces de donar gran parte de su salario en caso de ganar. Y es que piensan que los electores nos chupamos el dedo y que no sabemos nada sobre las partidas secretas y los moches que reciben por la aprobación de reformas. Como muestra, por ahí está en Google el audio entre el ya fallecido expresidente de la pasada Junta de Coordinación Política, Juan Nicolás Callejas Arroyo, y Octavia Ortega, mejor conocida como Lady chocolates, quienes no tenían reparo para reconocer la compra de legisladores con chocolates (billullo).
Existen otros que nada más llegaron al poder y jamás se les volvió a ver recorriendo su distrito o jurisdicción, ejemplo muy concreto, un político llamado Silvio Lagos. Así que póngase abusado y no dé tan fácil su brazo a torcer. Los candidatos deben ser congruentes, los ciudadanos prefieren hechos, que las palabras se las lleva el viento.
Comentarios