Cuitláhuac García dice que cumplió con Xalapa, y uno se pregunta, ¿qué cumplió?, si desde el principio el señor le dijo a los xalapeños que se debían rascar con sus propias uñas. Es decir, Cuitláhuac no era el representante de su distrito en Xalapa, sino un diputado universal de Morena que sólo le debe devoción a su mesías.
Ninguna de sus iniciativas prosperó, a pesar de ello hay que ponderar que para su partido hizo un trabajo muy importante, un trabajo que sólo él podía hacer y que nadie más tenía la capacidad para hacerlo: cargar las pancartas, las cartulinas, los anuncios mientras Rocío Nahle hacía uso de la tribuna. Entre otras cosas, un diputado puede gestionar recursos para obras en las poblaciones de su distrito; así lo hicieron los diputados que lo antecedieron.
Por ejemplo, el recurso para la rehabilitación del Centro Recreativo lo bajó Uriel Flores mientras fuera diputado federal. Asimismo, Uriel bajó recursos para otras obras relacionadas con la educación, el deporte y la cultura.
¿Y Cuitláhuac apá? Nada, no bajó ni un solo peso, ni para adultos mayores ni para jóvenes ni para madres solteras; él sólo estaba preocupado por donar la parte que le correspondía de su sueldo a la causa de Morena. Esa fidelidad “canina” es lo que le permitió acceder a la candidatura para gobernador por Morena; porque sus méritos, esos no los tiene.
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