Luis Ortiz Ramírez / Fue en un cabaret, donde te encontré bailando, vendiendo tu amor al mejor postor, soñando. Luces de Nueva York
Cuando la poderosa maestra Elba Esther Gordillo estaba en los cuernos de la luna, la fila de funcionarios de alto pedorraje, de medio pelo y de poca monta, era muy larga. Muchos se peleaban el saludo de una mujer que era un símbolo icónico del sistema político mexicano. Una gran cantidad de funcionarios públicos le deben el puesto, la gubernatura, diputación o alcaldía.
La maestra, conocía a la perfección, para qué servía el poder, era una mujer que resolvía, desde luego que aplicaba la máxima latina, quid pro quo, o como decían nuestras abuelas, “dando y dando”. Desde luego que siguiendo la tradición de la política mexicana, lo servicios de la chiapaneca no eran baratos. Sus compras no las hacía en el Palacio de Hierro, ni compraba en abonos zapatos de Andrea. Ella compraba en Neiman Marcus, en Dallas Texas, donde llego a gastar 2.1 millones de dólares, en artículos de lujo.
Sin embargo, Gordillo Morales, pronto conocería en carne propia, toda la fuerza del aparato de Estado. En febrero del 2013, desde luego con el visto bueno de Enrique Peña Nieto, quien se dejaba manejar por los consejos de Carlos Salinas de Gortari, el gobierno federal la detiene en el aeropuerto de Toluca. Muchos creyeron que el fin de la maestra estaba sellado.
Los medios afines del sistema, como El Universal, Televisa y Tv Azteca, exprimieron al máximo la noticia de su detención. Sus férreos enemigos de la CNTE, con cautela festejaban la detención de la maestra. Se esperaba que el sindicato que había dirigido durante casi 30 años, la apoyara lealmente. Sin embargo, el Gobierno Federal, mediante su secretaría de gobernación, les había puesto un grillete en el tobillo, toda la cúpula gobernante, incluido el que sería el próximo sucesor de la maestra.
Sendas investigaciones, llenas de corruptelas, ventas de plazas, y desvió de recursos, hizo que la mayoría de los seccionales recularan en sus intenciones de defender a la maestra. Todos, absolutamente todos, tuvieron miedo a correr la misma suerte de su mentora. Muchos festejaron, otros maestros más cautos, sabían que la detención de la maestra era una jugada necesaria, que le permitiría al gobierno federal, aplicar la Reforma Educativa.
Una reforma que en el vientre llevaba, un engendro llamado Ley del Servicio Profesional Docente. Esta ley, arrebataría los derechos laborales, permitiría que el terreno normalista fuera pisoteado por otras carreras que no tendrían nada que ver con la pedagogía y la didáctica. Los nuevos maestros tendrían que presentar un examen para ganarse un espacio, pero cada 4 años tendrían que hacer lo mismo. El escalafón y la plaza base fueron pulverizados. Los hijos de los maestros, aunque tuvieran formación docente, también serían tazados igual, método que no se aplicó en otras dependencias. Desde luego que la intención era minar el poder del SNTE y por ende, el de la maestra. Fiel a su estilo del doble discurso, el gobierno federal, en los medios anunciaba que esta Reforma era para el bien de los padres de familia y los alumnos.
Hoy, el columnista Francisco Garfias asegura que el rompimiento entre el equipo de Enrique Peña Nieto y la maestra, se dio en las negociaciones durante el proceso de transición. Garfias señala que durante la etapa de transición, Elba Esther Gordillo sostuvo una fuerte discusión con el equipo de Enrique Peña Nieto, en donde llegó a sostener que ella no era “la puta de la política”.
“Es el relato de una cena ocurrida el 23 de noviembre de 2012 en el departamento de Elba Esther Gordillo, en Galileo 7, colonia Polanco, donde la maestra se encuentra bajo arresto domiciliario. Lo que allí ocurrió acabó de sellar el destino de la otrora poderosa maestra, en ese entonces presidenta del SNTE, el sindicato más numeroso de América Latina”, escribió Garfias. En su columna relata que estaba reunidos con ella Aurelio Nuño, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray.
El tema eran los maestros, la reforma educativa y el sindicato, según le contó una fuente que presenció el acto al periodista. “A Gordillo le pusieron en bandeja la Secretaría de Agricultura. Sólo le pedían que se mantuviera al margen del proceso educativo apenas llegara Enrique Peña. Comenzó el jaloneo. Primero suave, luego ríspido. Elba se sentía todavía poderosa.
Con fuerza se opuso a la propuesta de Nuño de ‘eliminar la plaza de base’”, refiere Garfias. “No puedo aceptarlo. No voy a traicionar a los maestros ni a llevarlos a la incertidumbre”, respondió Elba Esther según la relatoría de la fuente de Garfias.
Esta conversación redime a la poderosa maestra, pone a la maestra Gordillo como una verdadera defensora de los maestros. Fue allí que el tono subió, Nuño se puso intransigente y le espetó: “Si el Presidente (electo) le pide que se agache, usted se agacha…”, le dijo textual, jura el testigo citado por Garfias. De acuerdo con el relato, Miguel Osorio Chong recriminó a Aurelio su rudeza. “Así no se le habla a una dama y menos a una señora”, señaló.
En la parte álgida de la conversación salió el nombre de Felipe Calderón, según el testigo, allí Gordillo respondió: “No te compares Aurelio. El presidente Calderón es un caballero. Él siempre ha negociado: nunca ha intentado comprarme. No soy la puta de la política”, le dijo. Ahora, Elba Esther Gordillo, mediante Rafael Ochoa Guzmán, su yerno y su nieto, apoyan a Andrés Manuel López Obrador. La historia podría dar una segunda oportunidad a la mujer, que aunque a muchos les cueste reconocer, no se atrevió a traicionar al magisterio.