Debería existir una palabra más precisa para describir a personajes como Ricardo Anaya que pretender hacer parecer lo que no es. Podríamos usar simulador, pero no es precisamente eso, porque simular, dice Octavio Paz, es pretender ser lo que no se es. Y lo que Ricardo Anaya pretende es crear la percepción de que el gobierno federal lo está persiguiendo, espiando y quizá más adelante saboteando, según él porque indiscutiblemente ganará las elecciones presidenciales del 2018.
Anaya ya anunció, según su propia encuesta del “Pato Donald”, que ya alcanzó a López Obrador; la próxima encuesta “patito” de Anaya dirá que ya le lleva ventaja de 10 puntos a López Obrador. En algún momento la razón lo acompañaba, sobre todo cuando las huestes de Felipe Calderón, su verdadero enemigo, se le fueron encima y filtraron a periódicos nacionales información imprecisa y precisa sobre sus bienes, su familia y sus negocios.
El propósito era desprestigiarlo para que Margarita Zavala fuera la candidata del PAN a la presidencia; cosa que finalmente no se logró. Anaya debe entender que su verdadero enemigo salió de las filas del PAN, el gobierno y el CISEN (la CIA mexicana) está más ocupado en espiar a López Obrador, a quien hasta los europeos ya lo consideran inalcanzable.
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