Que los narcos lleguen al poder no es nuevo; en Colombia Pablo Escobar se compró un escaño en la Cámara de Representantes. En México hay evidencias de que varios gobernadores y presidentes municipales trabajaron para el narco. Es por ello que la noticia de que Fausto Vallejo y su hijo Rodrigo Vallejo serán postulados por el Partido Encuentro Social y por el Partido del Trabajo en Michoacán, a la alcaldía de Morelia el padre y a una diputación el hijo, no debería causarnos sorpresa.
Por supuesto eso no elimina el coraje y la indignación que sentimos ante esta intentona de llevar a sujetos fuertemente vinculados al narcotráfico al poder. Fausto Vallejo renunció obligado por el Gobierno Federal, el cual tenía evidencias claras de que el narcotráfico había pagado su campaña para que el fuera gobernador de Michoacán, la tierra de Los caballeros templarios.
Su hijo Rodrigo Vallejo fue captado en video negociando con Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, líder de Los caballeros templarios. Ellos están libres y disponibles para ser elegidos porque en este país no existe la justicia y, cada vez queda más claro que a los michoacanos les pueden ver la cara de tontos hasta dos veces por el mismo caso.
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