Intente usted escribir “volvido” en su procesador de textos Word y el corrector se lo corrige de inmediato. Es decir, hasta un procesador de textos es más listo que nuestro presidente. Dice nuestro amigo el poeta José Homero: «Se ríen porque el presidente no conjuga correctamente un verbo irregular, pero utilizan “reingeniería”, “aplicar” –por solicitar–, “superlíder”, “licúan” –por licuan–, “desapercibido”, “fuertísimo” y como quinientas mil palabras más mal empleadas». Y tiene razón. ¡Que tire la primera piedra el que esté libre de erratas!
Un reconocido escritor cansado de tanta errata en su libro se dispuso a revisar su última publicación de manera minuciosa. Lo hizo con tanto esmero y quedó tan convencido, que decidió poner en las páginas legales una leyenda que decía: «Este libro no lleva eratas». ¡Puf¡, no erratas, sino eratas, afortunadamente no se suicidó.
El problema se hace grande porque las redes sociales no le perdonan al presidente ni uno sólo de sus exabruptos. De que Peña Nieto se va a volver a equivocar, eso no nos cabe en la duda. Lo que finalmente está sucediendo es que el presidente se ha ido convirtiendo en una caricatura de sí mismo; una parodia que se ha volvido a equivocar.
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