Cuando alguien se oculta, pero su influencia y poder se nota con la careta de otra persona, algunos dicen que es la mano que mece la cuna, otros podrían decir que es el poder tras el trono. Pues al parecer eso pasa con el expresidente Carlos Salinas de Gortari. Como ya lo hemos mencionado repetidas veces en este espacio, el expresidente hace sentir su presencia en el gobierno de Peña Nieto.
Su influencia se nota con el nombramiento del nuevo secretario de educación, Otto Granados, hombre de todas las confianzas de Salinas de Gortari. Este funcionario tiene un currículo amplio en la función pública.
Ha sido exgobernador de Aguascalientes y diplomático, estuvo en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Programación y Presupuesto y desde luego, bajo el ala protectora de Salinas de Gortari, fue director general de Comunicación Social de la Presidencia de la República y vocero presidencial de 1988 a 1992.
Si echamos una mirada al PRI, ahí tiene a su sobrina Claudia Ruiz Massieu Salinas, muy pegada al Clavillazo, como secretaria general del tricolor. Y si miramos a la dirección de Pemex, ahí tiene a su concuño. Salinas es una serpiente de siete cabezas, es un hombre poderoso, calculador y certero. Ese es en realidad el poder tras el trono de este sexenio fallido.
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