Miedo y desencanto social, telón de fondo de las elecciones

Elecciones
Casillas electorales FOTO: WEB
- en Opinión

Emilio Cárdenas Escobosa / Estamos ya inmersos en el proceso electoral por el que los veracruzanos renovaremos el 1 de julio del próximo año la gubernatura del estado y la Cámara de Diputados local. Son comicios que se anuncian de pronóstico reservado habida cuenta que en la misma jornada habrá también elecciones federales para elegir Presidente de la República y a los integrantes del Congreso de la Unión, y las tendencias que se perfilan en el plano nacional habrán de impactar sin duda en Veracruz, por lo que en modo alguno será un paseo para los contendientes en la aldea jarocha.

Además, el entorno de crisis en todos los órdenes ha sido la constante en los años recientes y que pese a lo ofrecido en las elecciones de gobernador del 2016, nuestro estado sigue postrado en lo económico, sin obra pública ni programas o acciones que detonen el desarrollo, con graves carencias en salud y educación, con un desempleo galopante, y, lo más grave, sumido en la más grave situación de inseguridad y violencia de que se tenga memoria. Ya el discurso de los ajustes de cuentas con el pasado se ha evaporado, pocos creen en la persecución real de quienes quebraron la hacienda pública, y los anuncios de que se hará justicia suenan vacíos. El desencanto está instalado en la sociedad.

No hay mesa de café, reunión familiar o charla entre amigos que no tenga como tema la corrupción, la inseguridad, la crisis en las finanzas familiares, la carestía de la vida y la falta de oportunidades. Todo mundo tiene algo que decir y para quejarse casi se arrebatan la palabra para opinar: que si el Presidente Peña Nieto encabeza uno de los gobiernos más opacos, corruptos y frívolos que se recuerden; que si la inseguridad y la ola delictiva son resultado de pactos inconfesables de las altas esferas políticas con las bandas del crimen organizado; que si el dinero no alcanza y la situación económica es ya insostenible; que si el actual gobierno de Veracruz resultó un fracaso y el cambio prometido una falacia. La gente está muy enojada por la falta de resultados. Teme por la seguridad de su familia y su patrimonio. Le teme al futuro.

Grave es que todo eso esté ocurriendo aquí en nuestra ciudad, en todo el estado y en el país. Grave es que la ciudadanía desconfíe a tal grado en las autoridades. Grave es que estemos viviendo en dos mundos: el que pinta el discurso oficial y el de a de veras, el de la lucha cotidiana por la subsistencia y el vivir con miedo ante la violencia criminal y la incapacidad del gobierno para frenarla.

El abismo entre el mundo real y el mundo virtual se ensancha día a día. No recuerdo otra época en que fuera tan manifiesta la irritación de las personas de prácticamente todos los estratos sociales. Como no recuerdo otra época en que se notara tanto la distancia entre el mundo de los políticos, sus intereses y sus guerras por el poder y el mundo de preocupaciones y agobios del ciudadano de a pie. Son dos realidades distintas, pero una sola verdadera. Y eso parece que no lo perciben los gobernantes y políticos absortos en sus encuestas, en sus estrategias de control, en sus ambiciones desbocadas, en el negocio del día y en verse en el espejo. Igual en el estado que en el altiplano.

En Veracruz es más que evidente que al gobernador solo le interesa ganar las elecciones del 2018 No hay otro incentivo en su accionar, y para lograr el proyecto familiar va con todo el aparato estatal para conseguirlo. Veremos si convence de las bondades de su administración y de la continuidad que ofrece, pero lo que tal vez no ha medido debidamente es la creciente molestia del ciudadano que puede echar por la borda la estrategia publicitaria o de coacción y compra de votos que ya se arma para el próximo año. Porque una sociedad que se siente amenazada, con todo y lo conformista que sea, no es predecible en cuanto a su decisión final en materia de preferencias electorales. Es sabido que el miedo es un sentimiento más fuerte que la gratitud, y ya veremos si una despensa o promesas de justicia alcanzan para tranquilizar a la gente y vender expectativas de un mejor futuro.

Intensos serán sin duda los próximos meses y será muy interesante analizar el accionar de los estrategas de todos los colores. Ya lo iremos comentando en posteriores entregas.

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