Emilio Lozoya se siente confiado, el exdirector de Pemex pone todo en manos de su abogado, Javier Coello Tejo, mejor conocido como el fiscal de hierro. De métodos cuestionables y señalado por defender a narcotraficantes, su efectividad es notoria. Caso que agarra, lo gana; pero eso sí, su despacho se reserva el derecho de admisión, sólo representa a gente poderosa económicamente. Su despacho defiende sólo a los que pueden pagar sus servicios, aquí no entran los que pagan en abonos.
En su lista de clientes aparece Jorge Vergara, dueño de la empresa Omnilife, quien lo defendió en contra de su esposa, caso que ganó Coello Tejo, dejando fuera de la empresa a la esposa de dueño de las Chivas. También aparece la empresaria inmobiliaria María Asunción Aramburuzabala en la denuncia por presunta extorsión en contra de Teresa Adriana Pérez Romo, esposa del periodista Joaquín López-Dóriga.
La lista es larga, aparece el sobrino de Cantinflas y la directora de la escuela Rébsamen donde murieron 18 niños como consecuencia del sismo. Por eso, en México existe la impunidad, los poderosos despachos se valen de sus influencias y relaciones con el poder para defender a los hijos predilectos del sistema. Así que, si alguien piensa robar y salir impune, éste tiene que robar mucho para que pueda pagar un abogado caro, pero efectivo.
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