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El 2 de noviembre, los mexicanos bailamos y jugamos con la muerte

Los historiadores y conocedores argumentan que sólo en México se juega y baila con la muerte. El olor del pan de muerto, del chocolate y cempasúchil se deja disfrutar en millones de hogares mexicanos. Todo se debe a que el 2 de noviembre se celebra el Día de Muertos en México. La fiesta de Muertos, de origen prehispánico, es una de las más importantes en el país y es sólo una pequeña muestra de una cultura donde la muerte es algo mucho más familiar, con la que se puede bromear y a la que se rinde culto.

Como dijo Octavio Paz, el único premio Nobel de Literatura mexicano: «Nuestro culto a la muerte es culto a la vida». Estas son las razones por las que México tiene una relación especial con la cultura de la muerte que fascina al resto del mundo. Y no solo Paz reconocía la influencia de la huesuda en la cultura mexicana, José Alfredo Jiménez, en su canción Camino de Guanajuato, nos decía que no vale nada la vida, que ésta «comienza siempre llorando y así llorando se acaba, por eso es que en este mundo, la vida no vale nada».

De las tradiciones paganas, esta es una de las más coloridas, sus panteones se visten de color naranja y morado, las coplas de los mariachis se escuchan con nostalgia y con alegría la vez. Así que, hay que pegarle a los tamales y al chocolate, total, la vida no vale nada.

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