Armando Ortiz / Una vez que ha pasado la euforia, una vez que ha pasado el ímpetu patriota, una vez que se ha dado el grito por una independencia pordiosera, ¿qué queda?
Para muchos la satisfacción de sentirse mexicanos, en la incertidumbre de no saber lo que es ser mexicano. Para otros fue un desahogo, una catarsis, un drama histórico que se debe repetir por costumbre, es decir por tradición. Habrá quienes en verdad sientan ese orgullo por ser mexicanos, porque quizá la vida los ha besado en la boca, ha colmado sus estómagos, ha satisfecho sus apetitos, ha llenado sus expectativas.
Pero habemos muchos que, a pesar de ello, todavía cuestionamos esa independencia; no creemos en esa libertad mendiga.
¿Cómo creer en esa libertad si unos días antes del Grito nos dimos cuenta que no somos libres de andar por las calles de cualquier ciudad sin el miedo que provoca la delincuencia? ¿Cómo creer en esa libertad si matan a nuestros hijos, a nuestras hijas, a nuestros hermanos y todavía quieren que guardemos silencio? ¿Cómo celebrar esa independencia, si la muerte de Mara Fernanda nos tiene de luto?
Y los que bajaron al Grito, ¿qué celebraron en el tumulto? ¿A qué le llaman ustedes independencia? ¿En verdad creen que son libres, independientes? ¿Pueden serlo cuando quedó comprobado que, en este país, quien tiene dinero suficiente puede comprar su democracia? ¿No lo creen? Miren hacia el Estadoi de México.
¿Se sienten libres con un presidente impuesto por las voraces televisoras? ¿Respiran esa libertad con olor a carroña? ¿Más de 100 mil muertos por la política de un hombre que no sabe conducir el país?
¿Cuándo gritaron “Vivan los héroes que nos dieron Patria”, se aseguraron de que esos héroes fueran Hidalgo, Morelos, Allende o la Corregidora? Porque los hombres y mujeres que hicieron este país, que lograron hacer de este país lo que es, tienen otro apellido: Salinas, Azcárraga, Fernández de Cevallos, Gordillo, Calderón, Beltrones, Fox, Díaz Ordaz, Echeverría, Peña Nieto…
Libertad pordiosera en una nación de agachados histéricos, que gritan vivas por un país que en las acciones desprecian.
Libertad pordiosera en un país que investiga a los denunciantes y no a los denunciados.
Libertad pordiosera de un gobierno que privilegia a los corruptos, que cobija con su impunidad a los amigos.
Libertad pordiosera, cínica y descarada, ostentosa y ominosa que cuesta millones de pesos en un espectáculo vano, lleno de pan y de circo, mientras los pueblos esperan caminos, los hombres esperan trabajo y los niños esperan aulas.
Independencia pordiosera que nos quita más de lo que nos da.
Independencia pordiosera que no nos pertenece, que es el patrimonio de unos cuantos.
Independencia pordiosera que criminaliza a los periodistas asesinados.
Independencia pordiosera que persigue a los que luchan por sus hermanos.
Independencia pordiosera que aniquila a los que alzan la voz.
Independencia pordiosera, monopolio de los impunes, refugio de criminales.
Independencia pordiosera de una clase política, hematófagos que nos chupan la voluntad y viven de de nuestra miseria.
Independencia pordiosera que se desnuda impúdica en el Canal de las Estrellas.
Independencia pordiosera de juglares obscenos que juegan a dar noticias.
Independencia pordiosera de un pueblo que ha cambiado el canto del gallo para despertar, por la ráfaga de las balas, por el estruendo de las granadas.
Independencia pordiosera de un pueblo que se rige por los dictámenes de una caja idiota.
Independencia pordiosera de un país que tuvo su oportunidad y la cambió por unas cuantas monedas herrumbradas.
Independencia pordiosera de un pueblo que se tuvo que conformar con un tamal y un atole en una noche de 15 de septiembre, que le regalaron tan sólo para que tuviera fuerzas y pudiera gritar sin convicción, “Viva México”, aunque bien saben que hace algunos años, unos hombres viles asestaron, a ese abstracto e inasible México, un golpe de muerte del que posiblemente no nos recuperemos.
Independencia pordiosera…
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