En Netflix están pasando una serie que se titula Ozarks, que es la historia de un norteamericano, obligado por un narcotraficante mexicano, tipo Raúl Flores, a lavar dólares en un lugar de vacacionistas en Ozarks, Memphis. Amenazado de muerte tiene que irse a ese lugar con su familia para comprar empresas y lavar millones de dólares.
En uno de los capítulos el padre se ve obligado a decirle al hijo cómo se lavan los dólares, y utiliza como ejemplo una lavadora automática. El ejemplo no es tan bueno como el que nos muestra el periódico Reforma cuando habla de las empresas del espectáculo que están siendo investigadas por lavar dinero del narco.
En un esquema, Reforma señala que la taquilla se infla, que la venta de alcohol se infla, que hasta el estacionamiento se infla, y que todo eso se convierte en dinero limpio que se deposita en una cuenta de cheques de la empresa de promociones artísticas, como las que tiene Julión en Jalisco.
Bueno, hasta los contratos de los artistas, del nivel de Alejandro Fernández, o el mismo Julión Álvarez, se inflan, así como la renta del local para que ese dinero pase blanqueado y pague menos impuestos a hacienda.
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