Puede usted imaginarse levantarse en una cama fresca con sabanas limpias y mullidas almohadas, caminar descalzo, pisar las duelas de finas maderas, escuchar el canto de las aves y el correr del agua sobre las rocas; después tomar una ducha con los jabones más finos y disfrutar de un exquisito desayunó orgánico junto a sus seres queridos, sin tener que preocuparse por ir al trabajo, puesto que su futuro está asegurado por varias generaciones.
Tenga la certeza que ese era el plan de Javier Duarte, vivir rodeado de lujo y elegancia en una hacienda de 60 mil metros cuadrados. Pasar el resto de su vida en un lugar paradisiaco lleno de árboles frutales, donde pudiera jugar en sus dos canchas de tenis y una de futbol. Bañarse con burbujas en su Jacuzzi, tirolesa para los más atrevidos, vivir la vida loca entre obras de arte de destacados autores.
Recibir a sus amigos, incluso al presidente por qué no, total están en el mismo barco, además la casa principal tiene más de 15 habitaciones y también está equipada con una cava con aproximadamente 300 vinos nacionales e importados, así como una capilla con 14 bancas y un confesionario, además un río caudaloso rodea la propiedad.
Téngalo por seguro que más de varias veces, Duarte de Ochoa se ha levantado creyendo que está en la hacienda del Faunito. Sin embargo, la realidad es otra, el Nerón veracruzano vive confinado en una celda, cargando el oprobio y la vergüenza de millones de veracruzanos a los que les robó. Sólo esperemos que pague tanto daño que hizo a Veracruz.
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