El espionaje es una marca de los gobiernos totalitarios y una característica de las dictaduras. Este tipo de prácticas no abonan para nada ni contribuyen a un ambiente armonioso y democrático. Seguramente los focos rojos se encendieron en Los Pinos con esta noticia y lo que es peor, estuvieron espiando a la periodista Carmen Aristegui y a su hijo. Lo cual puede ser tomado como una represalia por su reportaje sobre la Casa Blanca, mismo que exhibió al gobierno de Peña Nieto como una espiral de corrupción.
Además, esta práctica ante la vista de la comunidad internacional democrática es condenada. Ni hablar, los asesores de Peña Nieto tendrán que trabajar horas extras para tratar de justificar lo injustificable.