El mes pasado, mientras se festejaba a los maestros, el presidente Peña aclaraba a los maestros que la Reforma Educativa no estaba agotada, que se encontraba en el proceso de implementarla, de llevarla a cabo, de hacerla realidad. Recordemos que la dichosa reforma educativa fue fruto del manoseado Pacto por México. Según los especialistas, esta Reforma tenía como objetivo reformar el sistema educativo, sobre todo en lo respectivo en la materia de evaluación de los docentes.
Para ello se tuvieron que adecuar las reformas a la Constitución Mexicana, reformar la Ley General de Educación, la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la Ley General del Servicio Profesional. Cuando se logró esa parte, la reforma educativa se promulgaría el 25 de febrero de 2013. De esa fecha en adelante vinieron fuertes protestas en todo el país, en el ínterin la maestra Elba Esther Gordillo, opositora a la reforma, fue encarcelada.
Hoy, cuatro años después, sale un presidente desgastado a decir a la población que la Reforma Educativa no está agotada, que se encuentra en el proceso de implementarla. Lo que no quieren reconocer es que este armatoste llamado Reforma Educativa fracasó rotundamente. La evaluación docente tuvo que modificarse, se le quitó la parte punitiva, y en algunos estados es voluntaria. Y todo por no hacer consenso con las bases magisteriales.
El letrero de atrás solo muestra que sabían que su «reforma» era algo que les hubiese gustado llevar a cabo «sin que nadie lo supiera», y sus argumentos repetitivos solo les hundió más y más por insostenibles y prepotentes