Francisco de Luna / Xalapa, Ver. Nos queremos vivos. Dejemos de sepultarnos entre compañeros. Javier Duarte, asesino. Eran parte de las consignas durante el quinto aniversario luctuoso de la periodista Regina Martínez.
Era corresponsal de la revista Proceso y colaboradora en diversos medios de comunicación de Xalapa. La asesinaron el 28 de abril de 2012; su cuerpo fue encontrado con golpes dentro de su vivienda en la capital veracruzana.
Como parte del homenaje, su fotografía a escala de grises fue insertada en una barra de hielo. Inmortalizada –dice Christian Valencia Celis, estudiante de Artes Visuales- autor de la representación que colocó en la plaza Sebastián Lerdo de Tejada.
Se trata de 17 barras de hielo y dentro de ellas pusieron las imágenes de los reporteros muertos con violencia durante el sexenio anterior.
En Veracruz han sido asesinados 20 periodistas y hasta le fecha hay tres desaparecidos.
Minutos antes de las 12:00 del día, las fotografías congeladas ya estaban en el corazón de la ciudad de Xalapa, de frente al Palacio de Gobierno de Veracruz —como reclamando justicia y alzando la voz que pareciera ha quedado entrampada.
El sol y el calor a 30 grados centígrados, a pausas derretían las esculturas, pues esa era la finalidad, relata el artista quien de esta manera buscó la crítica contra el gobierno veracruzano que mantiene encapsulados los casos –ya que ninguno ha sido resuelto-.
«El interés de hacer esto, surge después de ver lo que sucede con la placa Regina Martínez que siempre se pone se quita. Pero en la memoria de la gente ya habita que esta plaza (Lerdo) se llama Regina Martínez».
A través de las esculturas de hielo se representa la metáfora de algo que se deslava, que tiene estructuras fuertes pero al mismo tiempo se deshace «pero lo que importa es lo que se logra a los alrededores y de todos los que se interesan en el proyecto».
Los transeúntes se detenían a observar, sacar algunas fotografías y algunas personas decían «son los que mandó a matar ese Duarte»,
Otros observaban el performance en memoria de Regina Martínez, que con flores, incienso y mensajes recordaron que jamás ha sido callada porque sus letras han trascendido fronteras y permanecen en la mente de los mexicanos.
«Cinco años de la muerte de Regina… —se pronunció durante el homenaje— Regina mi madre, Regina mi maestra, Regina mujer, Regina, yo.
Dejemos de sepultarnos entre compañeros porque nos queremos vivos. Y al final una lluvia de aplausos entre los presentes, mientras que los hielos seguían derritiéndose y descubriendo las fotografías en blanco y negro.
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