Emilio / Ahora: sueña con ser presidente

Duarte
Xalapa, Ver. Emilio Alvarez Icaza exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) FOTO: AGENCIA FOTOVER
- en Opinión

Luis Ramírez Baqueiro / 

“El auténtico soñador es el que sueña lo imposible.” – Elsa Triolet.

Emilio sueña con un México diferente, con una nación más hermana en donde el respeto entre unos y otros ataje el paso al desmedido poder que acumularon los partidos políticos.

Ese México con que sueña Emilio es con el que soñó su padre y su madre, quienes formaron parte de esos primeros mexicanos en tomar conciencia de que el monolítico y otrora poderoso partido hegemónico llevarían al país al vacío, al límite.

Hoy impera la barbarie, la guerra parricida entre hermanos por el control estúpido del territorio en amparo de sus infames causas, el narcotráfico ha convertido a México en ese estado donde los más bajos instintos humanos se expresan.

Emilio añora en ese México donde las instituciones funcionen como es debido, bajo criterios humanistas y alejados del cochupo y el manto protector de la impunidad.

Emilio sabe que el binomio entre corrupción  e impunidad son la causa generadora de ese cáncer que carcome estructuras y por supuesto destruye sociedades.

El defensor de los Derechos Humanos sabe que una causa de esa debacle la han propiciado los partidos políticos, esos que alejados de una realidad social construyeron bajo el amparo que les dio la ley, un imperio de mezquindades que hoy se expresan en esa corte y sequito de corruptos que solo saben robar, como acción primaria de su función.

Emilio Álvarez Icaza el sociólogo dedicado a la promoción de la democracia y la defensa de los derechos humanos, asume el reto como suyo, cofundador y colaborador de varios movimientos y organizaciones civiles como Alianza Cívica, CENCOS y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, camina con la vista puesta en el futuro.

La experiencia que le dio servicio público lo llevó a ser Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del D. F. y consejero del Instituto Electoral del D. F.

El pasado 27 de febrero de 2017, teniendo como marco la Plaza de las Tres Culturas presentó la iniciativa colectiva ciudadana «Ahora» con el objetivo de recuperar las instituciones democráticas y la agenda de la transición democrática mediante la participación en las elecciones federales de 2018.

Emilio y su propuesta “Ahora” son o al menos intentan ser la voz de millones de mexicanos que están hasta la madre de todo lo malo que le ocurre a nuestro México.

Álvarez Icaza es heredero de esa corriente que impulsó en su momento a José Álvarez Icaza y Luz Longoria precursores de ese movimiento que en los momentos de ese México totalitario se revelaron ante el silencio inexplicable de la Iglesia Católica ante el criminal acto de exterminio que representó el Movimiento Estudiantil del 68, donde asesinaron a los jóvenes por expresar su natural rebeldía contra el sistema totalitario.

Para Emilio la única vía pacífica que permita acabar con 88 años de partidocracia se encuentra en el conglomerado social, en ese que día con día sufre las vejaciones de los poderosos, de esos que piensan que por acumular la riqueza son o pertenecen a esa otra clase privilegiada que está por encima de los valores y principios éticos, que pueden como sea pisotear la dignidad humana con falsas verdades de generadoras de supuestos trabajos «dignos».

Álvarez Icaza sabe el enorme reto que impera en esta cruzada, misma que quizá lo condene al cierre de oportunidades de todo tipo por tan solo atreverse a imaginar en un mejor México.

Quizá por ello bien dice, si la NASA encontró 7 nuevos planetas, solo en México no se puede encontrar a Javier Duarte, ejemplo fiel del político emanado del modelo oligárquico que ya feneció.

Emilio y su Ahora quieren ser presidente, para volver a redireccionar a México por el verdadero rumbo, ese del que se alejaron los partidos políticos, de ese que nos condena a seguir en el abismo que representa la falacia llamada política partidista.

Al tiempo.

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