La corrupción no es un problema exclusivo de Veracruz, pero la impunidad sí, la diferencia es que aquí los escándalos no tienen consecuencias en los tribunales. Mientras aquí la impunidad sea la regla, en lugar de la excepción, Veracruz no podrá romper con la tradición que más enferma nuestra vida pública y nuestro potencial de prosperidad. Y es que después del vergonzoso saqueo a las arcas veracruzanas, lo único que esperan los veracruzanos es que caigan a la cárcel lo culpables del quebranto económico.
La aprensión de Bermúdez Zurita y de Cesar del Ángel, así como los requerimientos contra Tarek Abdala, ex tesorero del estado jarocho, y la detención de Flavino Ríos Alvarado, son buena señal contra la impunidad que existió en el fidelato y duartismo. Es cierto que dos golondrinas no hacen verano, pero por algo se tiene que comenzar. El trabajo de la Fiscalía a cargo de Jorge Winckler, ha sido cuestionado por personajes que tienen motivos cuestionables.
En los hechos se puede ver que hay voluntad por hacer las cosas diferentes. Se recordará que cuando el fiscal era Luis Ángel Bravo Contreras, la capa protectora era muy extensa, cubría a todos los amigos de Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán. Ojalá y pronto veamos tras las rejas a los verdaderos autores intelectuales de la desgracia económica que vivimos los veracruzanos.
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