Se peló Deantes cuando se enteró que su celda no contaría con 12 baños

Deantes
Gabriel Deantes Ramos FOTO: WEB

Desde el origen de las grandes embarcaciones, las ratas fueron parte no deseada de la tripulación y, desde entonces, pudo observarse que cada vez que un navío se hundía o comenzaba a hacerlo, ese tipo de roedores huía presurosamente intentando salvar el pellejo. Así lo hizo Gabriel Deantes Ramos, el dueño de la Villa Meona.

Pues después de la aprehensión de César del Ángel, pseudolíder de los 400 “cueros”, y de Arturo Bermúdez Zurita, a quien le gustaba que le llamaran por radio Capitán Tormenta, el exsecretario de Trabajo y Previsión Social, Gabriel Deantes Ramos, no se presentó a firmar el libro de seguimiento ante el juzgado, tal como le fue ordenado por un juez a petición de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Deantes fue el dedo chiquito del exgobernador en fuga, un personaje a quien consideran el Merlín electoral del PRI. Sin embargo, después de navegar en la pobreza y medianía vendiendo sus teléfonos celulares Nokia y Ericsson, fue rescatado de Tamaulipas por su mecenas Javier Duarte. Desde que se incrustó en el gobierno estatal, comenzó a robar a manos llenas, como buen pobre hecho rico al vapor comenzó a construir edificios y casas en lugares de alta plusvalía.

Era intocable el señor, no obstante, su mala operación el 5 de junio pasado, donde perdió el candidato tricolor, fue el final para él y para toda la camarilla que están a la espera de que la justicia los busque. Y éste pelo, ya huyó al saber que en su celda en Pacho no tenían 12 baños como su Villa Meona. Otra rata que tendrá que ser buscada por la Interpol.

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