La nueva era Trump nos ofrece dos lecturas: por un lado, se puede ver que el racismo no se ha alejado de los Estados Unidos, ese sentimiento de superioridad blanca vuelve a cobrar fuerza, y lo que es peor, desde la misma cúpula del poder. Por otro lado, el desprecio a la mayor comunidad árabe en Estados Unidos, la ciudad de Dearborn, Michigan, de predominio libanés-iraquí, por parte de los dos candidatos, al no ser incluida en su agenda electoral, seguramente le pasará factura a Trump, a Clinton sencillamente no le permitió llegar a gobernar.
Y es que la aspirante presidencial cometió errores, uno de ellos fue su negativa a venir a México a taparle la boca al republicano. Su indecisión al tema de la migración también le restó votos.
Ahora con la victoria de Trump y su política antimigratoria, México se encuentra supeditado a un presidente belicoso y caprichoso; por el momento ya hay cita el 31 de este mes para hablar con el presidente mexicano, sólo esperemos que ahora sí el presidente Peña se porte como un verdadero estadista y defienda los intereses mexicanos. Acaso es mucho pedir.
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