Subsidiar, no subsidiar o usted ¿qué hubiera hecho?

Peña
El presidente Enrique Peña Nieto FOTO: WEB
- en Opinión

Sabino Cruz V. / El amotinamiento de gran parte de la población en algunas ciudades del país, específicamente en el puerto de Veracruz y Boca del Río, con el reporte de varias personas detenidas y saldo negro, motivado por la inconformidad del alza a la gasolina y diésel; más la toma de algunas carreteras y centro de almacenamiento de los combustible, es una evento que, después de las manifestaciones en contra de la Reforma Educativa en 2106, no se había visto en la República mexicana.

Con la salvedad que en esta ocasión participaron personas de diferentes niveles económicos, e incluso elementos adscritos al Mando Único de la Policía de Medellín de Bravo, Ver.; así como algunos docentes en servicio. Lo que le da un matiz muy especial al malestar generalizado por un incremento del orden del 20%, sin que haya su contraparte con el aumento de las percepciones salariales. Incremento que si bien entendemos que era necesario, pero que no por eso resignarse pasivamente a pagarlo.

En busca de legitimar la iniciativa, el mandatario de este país, señor Enrique Peña Nieto [y con él todos los secretarios de despacho] no cesa de explicar lo que pasaría de continuar subsidiando la gasolina y el diésel, sobre todo porque  “la gallina de los huevos de oro se nos fue secando, se nos fue acabando”. Esto en alusión a la baja de producción del yacimiento de Cantarell.

Si bien, como ahora lo ratifica el secretario general de la OCDE, señor José Ángel Gurría es una medida que debió tomarse hace diez años, no por eso deja de causar enojo, no solo por la candidez con la que nos quieren convencer de que esta alza no impactará en el aumento de productos y servicios de primera necesidad: canasta básica y transporte público, sino porque no se percibe una correspondencia en el sacrificio que esto representará.

Empezando por  los diputados, senadores, servidores públicos y ministros que mensualmente  reciben, en promedio, bonos para gasolina por más de seis mil pesos, boletos de avión, gastos médicos; y los vales que por “logro sindical” se les entrega a los trabajadores de Pemex o de la Comisión de Federal de Electricidad. Agravios a los que suma el oportunismo político de personeros que ven en los disturbios sociales una plataforma para posicionar/reposicionar su imagen, o destape “para la grande”.

Lo más que han hecho estos señores y señoras de la política es hacer estrambóticas declaraciones, amago de encabezar protestas/mítines o promover  punto de acuerdo para pedirle al ejecutivo que dé marcha atrás al “gasolinazo”. Fuera de eso, por lo menos en lo que al Estado de Veracruz corresponde, y su capital en particular, ningún diputado Local/Federal, de cualquier bancada, propone y/o cabildea una iniciativa que de esperanza a la ciudadanía de que las cosas mejoraran con el tiempo, o por lo menos que emprendan acciones para contrarrestar los efectos de la inflación.

Si tan solo, el recurso que reciben los diputados/senadores, para realizar obras en sus distritos, fueran empleadas para, por ejemplo, rescatar los llamados “Mercados sobre Ruedas”, y llevar a las colonias con altos índices de pobreza/marginación, productos de  la canasta básica a precios bajos; o que distribuyan tarjetas pre pagadas para el transporte público, quizás pueda en algo paliar el malestar social y abrir una rendija de confianza.

Medida que coronaría la confianza de los electores en sus representantes populares si promueven el punto de acuerdo que retire el subsidios a los partidos, para las campañas en los procesos electorales, y reducir el número de diputados plurinominales. Esos miles de millones de pesos que se ahorrarían, servirían para apuntalar a la planta productiva, la educación profesional, la investigación científica/tecnológica.

El reto que enfrentamos hoy todos los mexicanos y mexicanas es enorme. Recobrar la confianza en las Instituciones, es la primera frontera que hay que pasar. No son solo palabras las que moverán a este grandioso país: la solidaridad de los pocos que más tienen con los muchos que menos tienen, es el principio del fin de la injusticia social.

Sin Remitente

En la entrega de la semana pasada, escribí sobre el gran negocio que representa para unos vivales las Marching Band en Veracruz, principalmente para las secundarias de la Escuela Técnica No. 3 y la General No. 5; ambas de Xalapa. Denuncia que algunos consideraron oportuna; en tanto que otros buscaron el acercamiento con las nuevas autoridades educativas para seguir gozando de los privilegios de “representar” al Estado en eventos nacionales e internacionales.

El respaldo institucional que recientemente ofreció el señor director general de escuelas secundarias generales, señor Reyes Martínez Romero, a la Marching Band “Delfines”,  demuestra inocencia o ignorancia del sentido y alcanza que tiene la formación básica en el educando. La actividad musical que desarrolla esta agrupación musical, no puede estar por encima de los aprendizajes esperados y el perfil de egreso del Modelo Curricular 2016.

El bajo/mediano nivel de aprovechamiento que en las pasadas evaluaciones nacionales obtuvo el Sistema Educativo Veracruzano es reflejo del compromiso con el aprendizaje de los estudiantes y sus padres; la desconcentración por estar pasando en el ensayo, la próxima presentación y los gastos que esto representa; por la inasistencia regular a las clases; o por los distractores que generan los ensayos en los espacios educativos.

Revalorar y regular el apoyo a este tipo de actividades, creo que es una decisión que deben tomar en serio los “nuevos” que tienen a su cargo la formación, profesionalización y/o capacitación de la niñez y juventud del país.

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *