«Ya dejen morir a Fidel»

Fidel
Fidel Herrera Beltrán FOTO: WEB
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Armando Ortiz / Me comentaba un amigo un punto interesante sobre la reciente renuncia de Amadeo Flores a la dirigencia del PRI. Se dice que la renuncia de Amadeo se da debido a la presión de las huestes fidelistas, que empujan para recupera influencia y posiciones dentro del partido tricolor en Veracruz. Se dice que quien mece la cuna, quien está atrás de estas presiones, quien procura el cambio es el mismísimo “chupacabras” veracruzano Fidel Herrera Beltrán, quien, a pesar del evidente desfalco que dejó en Veracruz, sigue siendo cónsul de México en Barcelona, España.

Para quien no lo sepa Fidel Herrera ya es un adulto mayor, un hombre de 67 años que en marzo cumple 68, un político de la tercera edad; ha quedado demostrado que fue uno de los gobernadores más corruptos de cualquier estado de la República y que por lo mismo se encuentra exiliado en Barcelona. Pues a pesar de todo Fidel Herrera sigue siendo considerado uno de los hombres con más influencia en el estado de Veracruz.

La perversidad demostrada de Herrera Beltrán nos permite creer que él pudiera estar atrás de la ola de saqueos que se llevó a cabo en Veracruz en los últimos días. Ya mismo nos parece factible que él esté moviendo los hilos para cambiar la dirigencia del PRI y para imponer a su gente con miras a que su hijo, con más rasgos de puerilidad que de político, pueda ser candidato en 2018 para buscar la gubernatura de Veracruz. Sobre todo lo anterior me decía un amigo que tal vez estemos sobrestimando la influencia del exiguo “mesías” de Nopaltepec, que tal vez estemos exagerando su capacidad, su resistencia, su vitalidad: «Con todo lo que Fidel se metió al cuerpo debe estar más ocupado en su esfínteres que en la vida política de Veracruz». Después de decir eso hizo una pausa y concluyó: «Ya dejen morir a Fidel».

El argumento me pareció válido. En algún momento trascendió el tema de algunas enfermedades de Fidel Herrera, de algunos tratamientos y alivios. Sin embargo, cuando me puse a pensar en su ambición, pensé que ese rasgo característico de Fidel Herrera, la codicia, no se podía desestimar. Fidel Herrera está tan enfermo de codicia que hasta en el último suspiro de su vida va a desear tener lo que no le pertenece. Su caso me recuerda el exemplum del Conde Lucanor del infante don Juan Manuel. Cuenta Patronio, consejero del conde Lucanor, que un hombre cargado de piedras preciosas tenía que cruzar un río. Se lanzó a cruzarlo, pero a medio camino se empezó a hundir. Otro hombre en la orilla le dijo que se deshiciera de las piedras preciosas para que no se hundiera, pero el hombre no quiso hacerlo. «El pobre infeliz no comprendió que, si moría ahogado en el río, perdería la vida y también su tesoro, aunque podría salvarse desprendiéndose de las riquezas. Por la codicia, y pensando cuánto valían aquellas piedras preciosas, no quiso desprenderse de ellas y echarlas al río, donde murió ahogado y perdió la vida y su preciosa carga».

Ese es Fidel Herrera, un sujeto que nació para hacer daño, que nació para desear lo que no le pertenece. Un sujeto que, como el ave de rapiña, nunca queda satisfecho en el banquete; una vez que ha devorado la carroña, se lame la sangre de las manos para seguir saboreando el hedor. Es por ello que no se puede hacer a un lado la hipótesis de que Fidel Herrera tenga mucho que ver en la organización de los saqueos, en la renuncia de amadeo y en el intento por dejar a su retoñó listo para la sucesión. En alguna ocasión Fidel dijo, refiriéndose a los tlacotalpeños que le seguían pidiendo dinero: «No tienen llenadera»; pasado el tiempo nos damos cuenta que quien no tiene llenadera es él.

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