La salida de Amadeo Flores Espinosa se da en uno de los peores momentos para el PRI veracruzano. En primer lugar, porque no ostentan el poder en el Gobierno del estado, segundo porque el presidente Peña Nieto con su #gasolinazo ha creado una animadversión tremenda en contra de todo lo que huela a priismo y tercera porque en Barcelona está la «mano que mece la cuna», el posible responsable de todo este caos que se ha originado en Veracruz; ese sujeto insaciable que no quiere soltar el poder.
Enrique Ochoa Reza, quien de brillante no tiene nada, se ha dejado aconsejar por la misma gente de Fidel Herrera, se ha dejado convencer por los “fidelistas” que, cobijados en el fuero que les da el Congreso de la Unión, todavía aspiran a rescatar parte de lo perdido.
Pero la avidez de Fidel Herrera va más allá, además de controlar las candidaturas para las próximas alcaldías, el cónsul de Barcelona quiere poner a su hijo como candidato del PRI a la gubernatura en 2018. Por supuesto el junior, de quien ya le conocemos sus pueriles declaraciones («critican a mi apá porque le tienen envidia»), no tiene la menor posibilidad de ganar, lo que empeoraría el escenario para el PRI estatal.
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