La situación por la que pasa el gobierno actual, su limitado espacio de maniobra en lo económico, es consecuencia del mal manejo de recursos en las tres últimas administraciones, todas de raíz priista. La frivolidad fue la marca con la que se condujo Miguel Alemán, quien nunca estuvo a gusto en el estado de Veracruz, considerando que la gubernatura era poca cosa ya que él siempre pensó en ser presidente como su padre.
Antes de irse del Estado, contando con la complicidad del Congreso con mayoría priista, solicitó un préstamo de seis mil millones, mismos que seguramente usó para comprar a su junior una línea aérea.
Sin embargo, el que vendría a ponerle al traste a la ya débil economía veracruzana fue un personaje de origen humilde, pero con una ambición desmedida. Este fue Fidel Herrera, el oriundo de Nopaltepec. Llegó a robar a manos llenas y solapo a una runfla de maleantes que llegaron con él. El Tío Fide, como le gustaba que le dijeran, se aseguró de poner a un sujeto que le tapara las espaldas.
Javier Duarte fue el encargado de tapar los hoyos financieros de su corrupto mentor. No obstante, en su ADN ya traía la corrupción impregnada hasta el tuétano. Hoy, este siniestro personaje anda de huida, a salto de mata. Por eso, no hay dinero, la Federación, que es la única que podría alivianar la carga, se hace de oídos sordos y eso a pesar de haber solapado a tres de sus hijos partidistas.
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