Las pirañas del Duartismo

Anular
Javier Duarte y Alberto Silva Ramos
- en Opinión

Luis Ramírez Baqueiro / 

“Amo la traición, pero odio al traidor.” – Julio César.

Con la llegada del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares al poder de Veracruz, los veracruzanos habrán de comenzar a conocer la realidad de lo que ocurría tras las puertas, paredes y muros del Palacio de Gobierno, ese que fuera cerrado para todas y todos, por los sueños que obnubilaron a la peor generación de políticos que ahí dentro despacharon.

Prófugo el que se pensará Rey, dio pie para provocar que la orfandad en la que quedaron los que le acompañaron, diera paso, a la peor de las formas de transmutación política que puede existir, el canibalismo.

De esa manera quienes se quedaron, comenzaron a protagonizar una represalia que llega a los límites del canibalismo político, o del “cainismo”, como prefieren decir algunos, en alusión directa a la vocación fratricida de muchos correligionarios, tan sectarios como intolerantes. Es la venganza con reminiscencia bíblica, el desquite tardío, la fruición perniciosa del vencedor arrogante. El hermano de ayer convertido en el verdugo de hoy.

Es así como inmersos en el laberinto insufrible, la lucha contra la corrupción, real o simulada, suele ser utilizada como mecanismo apropiado para los ajustes de cuentas.

Con el pretexto de perseguir y condenar el comportamiento del funcionario indecente, se persigue y hostiliza en realidad al disidente corrupto… o a su padrino político, también corrupto. De esa forma, la verdadera lucha contra la corrupción, que debe castigar al corrupto y sancionar al corruptor, se desnaturaliza y desvirtúa. Queda convertida en un mecanismo de presión o de venganza, forma personalizada de dirimir las discrepancias políticas entre el perseguidor y el perseguido… o sus protectores.

La lucha contra las formas corruptas de administrar el Estado se vuelve mecanismo de chantaje, procedimiento apropiado para satisfacer las ansias de los caníbales políticos. El Caín dirigente persigue y hostiga al Abel aspirante, investiga a sus amigos y aliados, le destapa la ola de sus escándalos (siempre hay material de sobra para hurgar en la podredumbre) y lo exhibe como un desvergonzado y canalla que, por ningún motivo, merece o mereció dirigir los destinos del estado.

Así sucedió con quienes se encargaron de enlodar la vida, obra e imagen del ahora gobernador del Estado, sujetos que al amparo de personajes como Gina Domínguez Colío, o Alberto Silva Ramos, -ese que gustaba de que le dijeran Cisne, más por su cuello de ganso que por la finura con la que se decía conducirse- protegieron y cobijaron a personajes que hoy, son parte de esa red de pirañas que se comen entre sí.

Así sujetos como Carlos Acevedo Cadena, originario de Minatitlán que llegó a la entidad tras su paso por Tamaulipas, con una mano atrás y otra adelante, donde supuestamente laboró en una televisora local, como asesor de personajes políticos -según refieren presumía de voz propia- llegó a la capital para incorporarse como asesor en la Coordinación General de Comunicación Social (CGCS) en tiempos de Gina Domínguez, quienes colaboraron con él, refieren que hasta de botas vaqueras -muy «ranger el tipo»- de lo jodido que estaba, aun cuando para disfrazarla aseguraba que él vestía Burberry o Ferragamo.

A las órdenes de Domínguez Colío supuestamente se encargó de negociar y dar seguimiento a los convenios con los medios nacionales, de operar la información oficial y la guerra sucia en contra de los enemigos políticos de Javier Duarte, con millones de pesos de por medio claro, esos con los que dicen se habría hecho inmensamente rico.

Desde entonces, presumió su amistad y apoyo a Alberto Silva, en aquella época titular de Sedesol estatal. Cuando llega por primera vez «ahora Totol sin plumas, que no Cisne» como titular de Comunicación Social, Acevedo Cadena tomó control de las decisiones en la dependencia y, por supuesto, el que operó con dinero público las campañas de lodo en contra de Miguel Ángel Yunes Linares y su familia, contando con el apoyo directo de personajes oscuros como Julio Hernández -quien se presentaba como asesor estrella de Alberto Silva y presumía amistad directa con el mismísimo prófugo Javier Duarte-; también contaba con el apoyo de Leopoldo Pascacio Artigas quien, al igual que Julio, presumía de amistad cercana con el ex gobernador cordobés.

Solo para ejemplificar su actuar, a través de cuentas de correos electrónico y redes sociales enviaban notas que denostaban la actividad pública o política de la familia Yunes Linares, exaltando las demandas por enriquecimiento ilícito promovidas por Duarte de Ochoa ante la PGR, la detención y encarcelamiento de la hoy diputada Maryjosé Gamboa o las supuestas propiedades de Omar Yunes en Estados Unidos.

Cuando llega por segunda vez a la CGCS, Alberto Silva tenía la encomienda precisa de encabezar una guerra mediática sin cuartel en contra del entonces candidato Yunes Linares.

Es ahí donde Julio Hernández -en el pasado, compañero de trabajo en la redacción de Radio Fórmula Veracruz junto con Xavier Moranchel- opera todas las fotografías, notas y mensajes en las redes sociales en contra de Yunes Linares a quien acusaban de pederasta; también Leopoldo Pascacio operaba con algunos medios afines al Duartismo el manejo de dicha guerra de lodo. Incluso, este personaje fue el encargado de operar, ya cerca de la elección, las mantas y espectaculares que acusaban a MAYL de pederasta y corrupto, algo que el propio gobernador se encargó de mencionar durante el primer mensaje que diera tras tomar protesta, desde la misma tribuna del Congreso Local, al referir “no olvido”.

El otro gigante, trepado en el ladrillo, Julio Hernández -se dice- le entregaban mes con mes fuertes sumas de dinero para repartir a la prensa amiga para hablar bien de Javier Duarte y/o golpear a Yunes Linares. Sin embargo, como era de esperarse, la ambición de provocó que éste siempre entregará los sobres rasurados o, muchas veces, no los entregaba, refieren quienes lo observaron al interior de la misma CGCS.

Hernández operaba desde una oficina en el puerto de Veracruz, algunas veces desde un domicilio en Las Ánimas de Xalapa.

A donde llegarían estos personajes que el mismo Carlos Acevedo siempre se dijo confiado en el trabajo electoral de alcantarilla de otro personaje muy pero muy conocido, responsable de todos los tamales, pero electorales que presumió Javier Duarte, nos referimos al mismo Gabriel Deantes Ramos, primo hermano del mismo Alberto Silva, de quien argumentaban tenía todo controlado para la permanencia del tricolor en la gubernatura.

El canibalismo político, ese afán depredador que la ambición provoca, hizo que Julio Hernández tuviera algunos desencuentros con el propio Alberto Silva, luego de que otro personaje oscuro apodado el «Chuletas» que no es nada menos que Francisco Vicente Rodríguez reclamará al mismo Javier Duarte una suma millonaria por sus servicios para atacar a toda la familia Yunes Linares y Yunes Márquez.

El nivel de antropofagia política llevó a “El Chuletas” y Julio Hernández a extorsionar al mismo Alberto Silva con información y datos sobre su nepotismo en la CGCS y respecto a las famosas empresas fantasmas de las que ya cuenta con al menos 8 denuncias penales según fuentes de la misma Secretaría de Gobernación, y que lo tiene en la antesala de ser procesado desde el mismo Congreso de la Unión.

Así estos personajes, deberán esperar en el cadalso la llegada de la guillotina, esa que habrá de cortarles las cabezas por haber incluso traicionado a su causa en ese afán de intentar sobrevivir a costa de lo que sea, demostrando porque forman parte del cardumen de las pirañas del Duartismo.

Al tiempo.

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