La pesadilla se acaba el jueves, termina una era de corrupción disoluta; los apellidos Herrera, Duarte, Deantes, Abdalá, Carvallo, Mota, Lagos y Silva, que sus portadores los llenaron de estiércol, éstos serán sinónimo de corrupción. Veracruz fue saqueada con una voracidad como nunca; el estado quedó sin recursos para comenzar. Sin embargo, los amarres y convenios que seguramente harán los encargados de las finanzas tendrán que dar rumbo a Veracruz.
Será necesario que la Federación se olvide de sus intereses electorales y en verdad provea una remesa especial para pagar los adeudos pendientes con los maestros, jubilados y empresarios. La recuperación será lenta y dolorosa, los recortes se harán presentes, la senda de la austeridad estará presente en todas las dependencias gubernamentales.
Si alguien piensa que llegará al gobierno a cobrar los sueldos faraónicos del duartismo, está equivocado. Los culpables del descalabro financiero merecen cárcel y sobre todo la justa retribución de todo lo que se han robado, aunque a decir verdad, eso está muy difícil de cumplirse.
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