¡Catemaco en llamas!, atrás Vicente Benítez

Catemaco
Vicente Guillermo Benítez González, y los hechos vandálicos en Catemaco FOTO: MIGUEL ANGEL CARMONA/FOTOVER Y AMBROSIO PABLO
- en Opinión

Édgar Hernández* /

¡En mancuerna con el hijo de Fidel Herrera armaron todo el desmadre!

Fue el Pichirilo.

Es el porro del alcalde Jorge González Azamar. Es su brazo armado y responde al nombre de Sergio Guzmán.

El “Pichirilo” –un apodo de mascota- es el del trabajo sucio. El mismo que operó el levantamiento del presbítero José Luís Sánchez Ruiz en complicidad con un grupo de rijosos, bajo el membrete de “Gobierno Autónomo Indígena”, quienes azuzaron al pueblo a la insurgencia, para luego dirigirse al área administrativa del Palacio Municipal para rociarla de gasolina y quemar la evidencia.

¿Cuál evidencia?

La que pone al descubierto un sensible desvío millonario de parte del edil y tras cuyos huesos andan no solo la Auditoría Superior de la Federación, sino el propio gobernador Miguel Angel Yunes Linares.

Fueron desvíos para la campaña del diputado Vicente Benítez.

La operación para poner en llamas a Catemaco costó 750 mil pesos. Es lo que se le pagó al “Pichirilo”. Fue, como acostumbra el alcalde… “en efe”.

En la gestación de tan perverso entramado están el alcalde González Azamar y el diputado local con “fuero” Vicente Benítez, empeñado en crear una cortina de fuego y humo para destruir todas las evidencias que esconden el desvío millonario al erario público 2016 de Catemaco. Fueron 20 millones los que se destinaron de parte del ayuntamiento para su campaña electoral.

Ello aparte de lo que el aspirante desembolso ya que el costo del voto se cotizó en aquella región el pasado 5 de junio, en 500 pesos.

El alcalde sostiene, en relación a los hechos violentos, que solo hubo quema de archivos del Registro Civil. “Se destruyó la historia y origen de Catemaco”, llora como Magdalena.

Sin embargo, atrás de todo se esconden personajes que han hecho de la zona de los Tuxtlas un enclave. Ahí está la consejería perversa de Javier Herrera Borunda, amigo íntimo de Vicente Benítez.

Es la cabeza del grupo que gestó de días atrás –en una tarde de alcohol- el levantamiento del sacerdote y la supuesta rebelión popular que culminaría con la toma y quema de Palacio.

En el entramado se contempló el levantamiento y liberación del religioso, así como llevar de matalote al líder social Wilfrido Reyes Martínez, quien fue comprado y engañado para que llevara a sus revolucionarios a Palacio para después dejarlo solo y único culpable del desmadre.

Tanto el cura como el dirigente social han venido denunciado de manera repetida las transas del alcalde quien las dos últimas décadas ha transitado del PT al AVE hasta que lo copto o compró Fidel Herrera.

Ha sido alcalde de Catemaco en tres ocasiones, diputado, secretario particular del Procurador de Justicia y del subsecretario de Gobierno.

En el 2008 Jorge Uscanga Escobar rompió como el atrabancado edil tras la molestia del primero por el arrebato a la mala de la diputación. Este abusivo alcalde encontraría, sin embargo, en Vicente Benítez la continuación del camino de las raterías, lo cual produjo una profunda división partidaria que (González Azamar) solo pudo superar con carretadas de dinero público que hoy de cara a juicio final que ha llamado Yunes Linares nomás no puede solventar.

González Azamar enfrentó el pasado reciente un serio reclamo de la Auditoría Superior de la Federación por 40 millones de pesos que solo pudo solventar por la vía de un arreglo por debajo de la mesa por 40 millones de pesos. Pero esa es otra historia.

La del presente es el desvió en favor de Benítez.

De ahí la perversión.

De ahí la perversión del propio Benítez y el hijo de Fidel Herrera, Javier, también beneficiario de las riquezas públicas de Catemaco, según dan cuenta las redes al filtrar tuits donde develan su autoría intelectual en el plagio y desaparición del presbítero de la Parroquia “Doce Apóstoles”, José Luis Sánchez Ruíz, de 54 años que hasta este domingo apareció con claras señales de tortura.

Aparece tras haberse cumplido el cometido de desaparecer evidencias que incluyeron hasta la irrupción en el domicilio del alcalde que misteriosamente no estaba en su casa.

Listos, muy listos los priistas en agonía que al amparo de la Fidelidad pudieron hacer y deshacer, pero que hoy de cara una incontrovertible realidad por más que escondan sus cochupos terminan por salir a flote.

Lo del alcalde catemaqueño es una jugada cantada en donde el gobierno del estado y la Fiscalía dejaron correr. Dejaron pasar hasta hechos consumados.

Dieron tiempo para la quema del Palacio Municipal y las acciones que precedieron al levantamiento del cura.

Y una vez consumados se presentaron para mostrar todo el peso de la fuerza policiaca. Así, una vez que se habían ido los truhanes, poder pasear por el centro de la ciudad, lamentar los hechos violentos que culminaron con la quema de Palacio Municipal, tomarse la foto y dejar en el ánimo de la ciudadanía que habrá de aplicarse todo el peso de la ley contra sus transgresores.

Ya solo faltan 16 días para que este cuento chino acabe.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *