Arturo Reyes Isidoro / Los Macías-Tubilla, los España, los Lotfe, los Chagra, los Anaya, los Osorio-Corrales, estos y muchos más son apellidos de la “gente bonita” de Coatzacoalcos.
Ricachones desde siempre, forman una elite que un día sí y otro también invaden las páginas de “sociales” de los periódicos de la localidad.
Fotos a todo color los muestran en suntuosas residencias celebrando con cualquier pretexto. Nunca bajan al pueblo, nunca conviven con él. ¡Horror!
Lucen ropa de marca, joyas, muebles importados, caros vinos europeos, viandas dignas de zares rusos. Sus hijos se comportan como verdaderos mirreyes. Casi todos, por supuesto, han sido educados en Europa.
Y de los vehículos en que se transportan ya ni hablar.
Viven, pues, mejor que como Dios manda. Nunca han conocido la pobreza, off course, aunque la familia Macías-Tubilla puede caer en ella de golpe y porrazo si la PGR, a petición del SAT, decide decomisarles sus propiedades para resarcir el daño que al amparo del yerno incómodo causaron al patrimonio del Estado.
Pero hasta en tanto eso no suceda, si es que sucede, es una familia sin ninguna necesidad económica.
Por eso indigna y decepciona saber que varios miembros de esa familia tomaron por asalto el Ayuntamiento colocando a varios de ellos en importantes cargos y que cuando se difundió que por fin los habían cesado, el propio alcalde, Joaquín Caballero Rosiñol, salió a desmentir que no era cierto.
Una nota de Noé Zavaleta, de la agencia Proceso, informó que la Dirección de Recursos Humanos del ayuntamiento porteño había dado a conocer que a diversos directores de área, parientes de Karime Macías Tubilla, esposa del exgobernador Javier Duarte, se les había rescindido el contrato como trabajadores de confianza por instrucciones del presidente municipal.
“De acuerdo con un integrante del Cabildo porteño, la ‘limpia edilicia’ ocurrió un día antes de que Javier Duarte fuera expulsado del PRI, y seis días después de que la Procuraduría General de la República (PGR) liberara una orden de aprehensión en su contra por los presuntos delitos de delincuencia organizada, lavado de dinero y desvío de recursos”, decía un párrafo de la nota informativa.
A continuación daba datos de los presuntos cesados: el secretario de Economía, José Tubilla Letayf, tío de Karime, y el subsecretario de Obras Públicas, Guillermo Ibarra Macías, primo de la esposa de Duarte.
También el jefe de Supervisión y Control de Obras, Armando Rodríguez, suegro de Mónica Macías Tubilla, cuñada de Javidu, quien el pasado viernes 21 fue interrogada por elementos de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR y señalada como parte de la red de prestanombres en los inmuebles del exmandatario en Estados Unidos.
Otro despedido habría sido Armando Rodríguez junior, funcionario menor del Ayuntamiento por ser cuñado de la esposa de Javier.
“En el caso de Jaime Ruiz Macías, secretario de Turismo y primo de Karime Macías, fue cesado ayer sin explicación alguna”.
Otro familiar, Guillermo Ibarra Macías, acaba de salir de la Dirección de Infraestructura y Servicios Municipales por decisión propia, según el propio presidente municipal.
Y apuntaba algo interesante Noé Zavaleta, y que no debe perderse de vista:
El municipio de Coatzacoalcos era el feudo político y económico de la familia Macías Tubilla, liderada por “Tony” Macías Yazegey, padre de la esposa de Duarte, quien recientemente tramitó, y se le otorgó ayer, un amparo para evitar que la justicia local o federal lo detenga.
“Karime Macías solía radicar en esa misma ciudad cuando no ejercía sus funciones como presidenta del patronato del DIF Estatal”, concluye la información.
¡Carajo! No me imagino a los miembros de la poderosa familia Chedraui ocupando cargos en el ayuntamiento de Xalapa. No porque no puedan o no tengan derecho a ello, sino porque no tienen necesidad económica, y hacerlo sería ofender a tantos y tantos xalapeños, veracruzanos, muchos de origen precario, necesitados, preparados y que toda la vida han hecho méritos para tener una oportunidad, quienes se sentirían lastimados al ser desplazados por quienes no lo necesitan.
Pero la ambición no tiene medida. Eso exactamente han hecho los Macías-Tubilla y sus parientes, abusando del poder que les dio la parentela con el hoy prófugo exgobernador.
Para ser justos, de todos los mencionados, sólo el señor Armando Rodríguez, jefe de Supervisión y Control de Obras, justificaría su cargo. Tiene años trabajando en el ayuntamiento y se le reconoce por su buena trayectoria.
Todos los demás le fueron impuestos al alcalde Caballero Rosiñol por el jefe del grupo, Macías Yazegey, y quitados de la pena viven a expensas del presupuesto municipal, cuando en la ciudad hay miles y miles de trabajadores cesantes, profesionistas en busca de una oportunidad para tener algo que llevar a la mesa de sus familias, pero desplazados por la bola de ambiciosos a punto de perder sus privilegios.
Por eso decepciona que el alcalde Caballero Rosiñol haya salido a decir que es mentira que los hubiera cesado. O sea, los tolera en lugar de abrir espacios para tantos que han hecho méritos, se esperan y merecen una oportunidad.
¿Cuántos compromisos, o de qué tamaño los tiene con Duarte o con “Tony” Macías que se niega a tocarlos y los protege? ¿Por qué no aprovecha la actual circunstancia para sacudírselos? ¿No mamaron ya lo suficiente del erario municipal?
Pero si el asalto de Macías Yazegey al ayuntamiento es ofensivo, eso es peccata minuta al lado del grave delito que cometió y del que todos callan, tanto en Coatzacoalcos como en Xalapa, de haber quebrado totalmente la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento, que manejaba tantos o más recursos que el propio presupuesto del ayuntamiento.
Desde el inicio del gobierno del yerno, la CMAS porteña le fue entregada al suegro, quien puso a sus incondicionales a través de los cuales dispuso de todos los fondos hasta que la quebró, sin que nadie dijera algo y menos se atreviera a investigar.
De ahí sacaba dinero para financiar su periódico El Heraldo de Coatzacoalcos, pagaba a todo el séquito que traía a sus órdenes así como el de sus familiares, pagaba a los trabajadores de sus negocios y empresas y disponía del dinero como si fuera suyo. Él debía informar y rendir cuentas a la Comisión del Agua del Estado de Veracruz, pero nunca lo hizo. Todos le temían y le solaparon sus trapacerías. La historia es verdaderamente truculenta, pero ningún órgano fiscalizador se dio cuenta de algo y por ese caso hasta ahora nadie lo ha molestado.
Los porteños de Coatzacoalcos esperan que se haga justicia. Año con año, en una ciudad extremadamente calurosa, sufren las consecuencias del desabasto de agua. La red nunca recibió mantenimiento y tampoco se buscaron fuentes alternativas para evitar la dependencia del líquido que baja de la presa Yuribia, que cortan los indígenas de la Sierra de Soteapan porque no les cumplen con obras que les han ofrecido. Todo porque el señor Macías Yazegey se robó el dinero.
Durante su campaña, el hoy gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares le advirtió que si ganaba iría directo de su casa al penal de Duport Ostión, “por haberse robado varios terrenos que pertenecen a los veracruzanos (por lo que) ni un metro de terreno te vas a quedar con él porque Veracruz tendrá un gobernador que hará justicia”. Se refería Miguel Ángel a otros negociazos y despojos que hizo del patrimonio veracruzano con la complicidad de los gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, que ya han sido ventilados ampliamente en la prensa.
Los Macías-Tubilla, ¡ah los Macías-Tubilla! Qué familia, pero qué bonita familia.