Tenga usted la seguridad que arriba, muy arriba en el Gobierno Federal, se están negociando las condiciones en las que quedará el gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte. No hay vuelta de hoja, Javier Duarte pisara la cárcel, es más, debe pisar la cárcel. Si el PRI quiere recuperar un poco de estabilidad y fortaleza política, debe mandar un fuerte mensaje a la sociedad mexicana. De lo contrario, el gobernador en desgracia, quedará “de a pechito” para que el nuevo gobernador entrante se cuelgue una estrella más.
El descredito por los actos de corrupción de la misma pareja presidencial y de algunos colaboradores cercanos, como los gobernadores priistas de Quintana Roo, Chihuahua y el maltrecho Veracruz, le han dado una imagen sucia y maloliente al tricolor. El mismo gobernador veracruzano sabe que él será el salvoconducto y la bandera para que su partido se pueda granjear un poco la buena voluntad de los electores, de lo contario, el PRI debe darse por perdido desde ahorita para las elecciones presidenciales del 2018.
Por el momento, el Góber twittero señala que él acatará las resoluciones de su partido, y por cierto añade que él no será factor de desunión entre los priistas. Vaya que suena tierno e ingenuo el aún gobernador.
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