El Grito, la ceremonia y su festejo

Grito
Enrique Peña Nieto conmemorando el Grito de Independencia FOTO: ADN POLÍTICO
- en Opinión

Arturo Reyes Isidoro / Según el ensayista mexicano Héctor Zagal Arreguín fue Porfirio Díaz quien inició la que después se volvió una tradición de ofrecer suntuosas cenas después de la ceremonia de El Grito en Palacio Nacional (nota de Notimex, 15/09/2015).

La fecha ya se celebraba desde antes e incluso, refiere, Maximiliano de Habsburgo fue uno de los primeros en ir hasta Dolores, Hidalgo, para el ritual. El festejo se fue haciendo más formal hasta que Díaz le dio un impulso que lo proyectó hasta como lo conocemos hoy en día.

Lo fastuoso de la cena, del brindis con champán, del vestuario de hombres y mujeres afortunados invitados (no hay que olvidar la debilidad que tenía Díaz por todo lo que viniera de París), de carruajes de lujo era porque el 15 de septiembre también se celebraba su santo. De hecho ese era el verdadero motivo.

Populista hasta la médula, en el siglo pasado fue Luis Echeverría quien le dio un giro a la forma del festejo al sustituir los finos y caros vinos por horchata, agua de jamaica, de chía y de limón y las carísimas viandas por bocadillos mexicanos, e hizo que su esposa “la compañera María Esther” (Zuno) se vistiera de china poblana y con ella las esposas de los miembros del gabinete asistieran con trajes regionales (de tehuanas, jarochas, yucatecas, etc.), todas, además, con un motivo mexicano de preferencia algún reboso, hasta que lo sustituyó José López Portillo quien regresó al esplendor tipo porfiriano para que se luciera su esposa Carmen Romano y su segundo frente convertida en Secretaria de Estado, Rosa Luz Alegría.

Quise hacer este breve recuento porque se ha informado que este año Enrique Peña Nieto (EPN) va a darle otro giro a la fecha y al festejo cancelando la cena y las invitaciones especiales para empresarios, artistas, deportistas, periodistas y famosos de la sociedad civil, pero por primera vez se permitirá el acceso al Palacio Nacional a personas de la sociedad civil con invitación (directivos de organizaciones no gubernamentales, artesanos, investigadores, activistas por el medio ambiente, emprendedores, productores del campo, becarios, profesores).

En comentarios que publicó lunes y martes el diario El Universal recordó que en 2013 EPN canceló su participación en la cena para atender la contingencia provocada por los huracanes Ingrid y Manuel, en 2014 tampoco asistió para atender la contingencia por Odile en Baja California Sur, y en 2015 por el anuncio de austeridad y ajustes al gasto, que sería esto último el mismo motivo para este año, en consecuencia con el Paquete Económico 2017 que presentó el Secretario de Hacienda José Antonio Meade el pasado 8 de septiembre.

Calculan que El Grito demorará ocho minutos y el espectáculo de fuegos artificiales otros 15, o sea que en menos de media hora habrá cumplido.

Mmmm. Un tanto incrédulo de las versiones oficiales como me he convertido, el pretexto me lleva al dicho aquel de que me parece muy ojona para paloma, o sea que quieren hacer pasar un búho por un pichón, esto es, que quieren disfrazar la mentira.

¿No será que Peña no está de ánimo para estar brindando con nadie después de la chinga con repercusión mundial y ya no se diga nacional que le pegó Luis Videgaray al embarcarlo, al llevarlo a una verdadera emboscada con la invitación, recepción y trato de Jefe de Estado que le hizo dar a Donald Trump, que negó la esencia de Juárez en la defensa de la soberanía nacional y de los intereses de México? (ayer la Presidencia descartó otro encuentro entre Peña y Trump, quien dejó ver su interés en buscarlo ahora que viajó a Nueva York para “devolverle la cortesía” –¿quién dice que los palos… mediáticos no enseñan?–).

¿Teme que le reprochen que vaya a festejar con cena y vino una independencia del país que no supo hacer respetar con el troglodita de Trump, que con qué cara gritó ¡Viva la Independencia nacional! cuando un extranjero vino a faltarle al respeto y con él a México y a los mexicanos?

¿O es que lleno de vergüenza todavía por lo ocurrido en Los Pinos el aciago 31 de agosto pasado prefiere dar la cara lo menos posible?

Ingresarán por primera vez al Palacio Nacional para la ceremonia miembros de la sociedad civil, pero, claro, para ellos no habrá cena ni vinos como los hubo para los potentados políticos y económicos de México. Pero falta que un día permitan el ingreso del pueblo a tan simbólico edificio.

Sería histórico. Nunca ha ocurrido. Se acabaría con uno de los festejos más antidemocráticos y clasistas que perviven desde el porfirismo en el ritual de las grandes fechas del país: la clase con poder político y económico adentro y arriba con viandas y vinos con cargo al erario, las clases medias y pobres afuera expuestos a la intemperie sin ningún privilegio gastronómico.

¿Pero es que de pronto le brotó al señor Presidente un prurito de solidaridad con los olvidados, para recordar a Luis Buñuel? Lo dudo. Creo que su decisión tiene más que ver con su urgencia de recuperar el terreno perdido porque las encuestas lo ponen casi hasta el suelo, así como de tratar de recomponer la imagen de su gobierno y de su partido, el PRI, ante la cercanía de la elección presidencial dentro de dos años y con dos candidatos de oposición en punta, que no aflojan el paso sino que crecen y crecen.

En Veracruz, en Xalapa su capital, no hay para lo urgente y necesario, se le deben millones de pesos a los músicos locales por servicios prestados al presente y al anterior gobierno, hay una larga cola de proveedores y prestadores de servicios esperando que se les pague lo que se les debe, intentan otro atentado contra los veracruzanos regalando terrenos que son patrimonio del pueblo de Veracruz para saldar compromisos, pero, eso sí, se contrató a un cantante famoso que cobra cifras de siete digítos por actuar, cuando debió haberse optado por una ceremonia y festejo austero, como lo demanda la grave crisis económica del gobierno y que afecta a todo el estado.

Habrá recepción para invitados especiales en el patio central del Palacio de Gobierno y, como siempre, el pueblo se quedará afuera, impedido con vallas metálicas para acceder, y no será raro que como en años anteriores las oficinas de la parte alta luzcan mesas con ricos y caros manjares para la “clase gobernante” y sus preferidos.

Pero, caray, ¡Qué viva México cabrones!

PD: Como es posible que en casita me eche entre espalda y pecho unos cuantos alipuses, lector, mañana no publicaré. Nos encontraremos el próximo lunes 19. Que tu noche mexicana sea de lo mejor y que al menos te haga olvidar por algunas horas la desgracia que ahora vive Veracruz y que ha enlutado ya a muchas familias, a otras las ha orillado a huir del estado, a un gran número los tiene en el desempleo y a muchos los ha empujado a la pobreza o a la pobreza extrema.

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