Digno de análisis lo que se vivió ayer en Argentina tras la visita de Estado del presidente Peña Nieto. Muchas voces se unieron en Plaza de Mayo para mostrar su descontento por lo que consideran una afrenta para un país que ha vivido la represión de gobiernos militares tiránicos que a la fecha lastiman la memoria de los argentinos. Algo que queda claro es que los hermanos argentinos ven en el mandatario mexicano a una figura represiva contra de los derechos humanos.
Entre las figuras políticas sociales que se sumaron a los reclamos destacan sin duda la del dirigente del Partido Obrero, Gabriel Solano, partido identificado planamente con izquierda argentina que puntualizó: «Para el pueblo argentino, que tiene 30 mil desaparecidos bajo la dictadura militar, es una afrenta que el presidente de la nación reciba a un represor que según Amnistía Internacional es responsable de la desaparición de 28 mil personas en México»
Por su parte, Marcelo Ramal, un reconocido legislador argentino, reconoció que «Peña Nieto es responsable político del asesinato de 43 estudiantes en el año 2014; responsable también de la brutal represión que en Oaxaca dio lugar a la muerte de más de una decena de personas que estaban apoyando la lucha de los docentes contra las reformas educativas reaccionarias que el gobierno mexicano lleva adelante».
Varios líderes sociales han expresado su descontento; estudiantes que se dijeron indignados por la participación del Estado mexicano en la desaparición de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa en 2014 en un país donde «prevalece la ley de hierro de la impunidad».
Ayer mismo, en este mismo espacio, anotábamos las palabras que la militante y cofundadora de la agrupación Madres de Plaza de Mayo, Nora Morales de Cortiña, donde mostraba su desacuerdo con la visita de Peña Nieto al país sudamericano, y puntualizaba que lo que pasa en México nos pasa a todos, porque los derechos humanos son universales, y su violación, en cualquier punto del mundo, nos afecta a todos.
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