Al que le está lloviendo sobre mojado es al Cacique romántico Juan Nicolás Callejas Arroyo. Primero perdió el control de los maestros, al supeditarse al poder federal y no defender al magisterio de la rapaz Reforma Educativa. Las consecuencias se dejaron ver el 5 de junio, cuando los maestros votaron por otra alternativa.
Luego cuando quiso imponer a su protegida, Patricia Peña Recio, como la ungida de la Sección 32; los delegados electos, que siempre habían sido sus incondicionales; le dieron la espalda eligiendo a otro maestro con más méritos, nuevamente perdió el control.
Y ahora, al finalizar la pesadilla del gobierno duartista, los diputados de su partido, el PRI, se le rebelan y le dan la espalda a las disparatadas peticiones del inquilino de Enríquez. Esta acción no se puede leer de otra manera: Callejas Arroyo pierde poder y, por ende, también pierde el control del Congreso.
Y es que hay gente que cree que el poder es eterno, que los maltratos al adversario, los abusos de poder nunca se pagan. Que los actos de política quedan impunes, que la historia no pasa cuentas. La realidad es dura, para los que no quieren entenderlo.
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