Édgar Hernández* /
¡Son al menos 10 mil veracruzanos quienes yacen en fosas clandestinas o secuestrados!
No sé.
Tal vez fue en el 2004 cuando se empezaron a dar los primeros síntomas de la penetración del crimen organizado en las estructuras de poder.
De hecho en Austin, Texas donde hace algunos años se juzgó a Pancho Colorado el Zeta 32, uno de los testigos protegidos del gobierno americano reveló que se había financiado la campaña de Fidel Herrera con diez millones de dólares.
El caso es que es hace poco más de una década en la que empezaron a asentarse importantes grupos delincuenciales como el cártel “Nueva Generación”, los Zetas y el Cártel del Golfo que solo se movió unos kilómetros de Tamaulipas a Veracruz.
Ya desde entonces se percibía la holgura del gobierno por permitir un corredor de trasiego de la droga y que grupos muy específicos empezaran con las hoy tan recurrentes prácticas de cobro de piso, secuestros exprés, venta de tachas y todo tipo de alucinógenos, así como las temidas desapariciones forzadas.
Veracruz desde entonces ha transitado por un infierno.
La policía cómplice; las autoridades federales indolentes ante el crecimiento criminal y la población inerme que solo acertaba a advertir pálidas autodefensas.
Hoy, sin embargo, el problema de los desaparecidos ha cobrado una dimensión de carácter internacional.
Y es que pese a las versiones y reportes oficiales, en Veracruz por lo menos 10 mil personas continúan desaparecidas por mano de la delincuencia o de las corporaciones de seguridad.
Y si es lo segundo, grave muy grave que así sea al quedar la ciudadanía en un franco estado de indefensión, a merced de quien ha jurado ante la Constitución defender con su vida los supremo de toda organización social, la familia.
El Colectivo por la Paz, que encabeza Sara González Rodríguez, madre de la también víctima de desaparición forzada Ivanhoe Mass González ha dicho que “ciertamente las autoridades no hablan de una cifra real, (…) unos dicen una cifra y otros dicen otra, nosotros por ejemplo llegamos a pensar que son diez mil desaparecidos”, aclaró.
Y esto es algo más que una percepción.
Son hechos concretos que revelan la magnitud del problema, que corren el maquillaje de lo que todos sabemos, que la delincuencia cambió de ropaje y ahora se viste de policía para cometer sus fechorías.
Las madres de los tres jóvenes desaparecidos por la Policía Municipal de Papantla, quienes al no existir una organización como tal en la zona norte recurrieron al Colectivo por la Paz Xalapa y entregar la evidencia de que fueron los uniformados los que levantaron a los muchachos.
Lo mismo sucedió con el joven Gibrán “La voz de México”, masacrado. En igual circunstancia ha sucedido con un sinfín de jóvenes que tuvieron la desgracia de estar en la hora y lugar equivocados, pero muy próximos a la policía cuando desaparecieron.
La madre de familia Sara González resaltó el caso de cuatro desapariciones en el Puerto de Veracruz (entre ellos, tres de Las Vigas de Ramírez), y echó por tierra la afirmación oficial de una reducción en la incidencia del delito.
“Desgraciadamente hasta que formamos un colectivo es que nos empezaron a atender como debe de ser. Mientras que anden solos no les dan la prioridad ni el interés que merece cada víctima”, criticó la activista.
Abundó que a diferencia de Xalapa y Córdoba, las madres de desaparecidos en la zona norte de Veracruz, en Tuxpan, Poza Rica, Pánuco y Tantoyuca son víctimas de la intimidación tanto de la delincuencia como de la autoridad responsable.
Y si el norte está caliente, más aun lo está Minatitlán y Coatzacoalcos.
En el sur de la entidad cualquier familia sabe quiénes son los malandros, a bordo de que unidad policiaca andan y cuáles son sus rondines. En Coatzacoalcos al menos uno que dos muertos es la cuota del día a día desde hace al menos 18 meses.
Cardel es asiento de Zetas; el corredor Córdoba Orizaba dejó de ser seguro hace al menos ocho años y Xalapa es un polvorín.
Acaso por ello los siete candidatos se han pronunciado por la desaparición de todas las policías y que se solo quede al mando Fuerza Civil.
Malos tiempos los que vive Veracruz en esta materia.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo