Las manzanas podridas

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Dos fueron las figuras relevantes que salieron a la luz en la conferencia de prensa ofrecida por el Contralor General del Estado, Ricardo García Guzmán, hace dos meses y medio, aquel lunes 23 de noviembre: Mauricio Audirac, quien ocupara los cargos de Auditor General del Orfis, Contralor General del Estado y secretario de Finanzas, y Carlos Aguirre, quien se desempeñó como encargado de despacho de la Secretaría de Finanzas, Subsecretario de Egresos y Tesorero.

En aquella ocasión Ricardo García Guzmán anunció que a Mauricio Audirac se le aplicaba una inhabilitación de 10 años para desempeñar empleos, cargos y comisiones en el servicio público estatal, y una sanción económica por 29 millones 383 mil 981 pesos, acusado de ser «omiso en su función como Contralor General del Estado».

Ese día Ricardo García Guzmán advirtió: «Esa es la información que hay con respecto a las denuncias, por lo que para nosotros ha concluido la parte administrativa y si de estas revisiones que hemos concluido da lugar a alguna acción penal, también lo vamos a realizar».

Este martes el Contralor dio a conocer que se inició un proceso penal en contra de Mauricio Audirac, derivado de las observaciones que se hicieron al manejo de los recursos del Fondo de Aportaciones a la Educación  (FAEB) y del Seguro Popular, entre el 2009 y el 2011, pues los movimientos no fueron debidamente documentados, ni certificados para su solventación ante la Auditoría Superior de la Federación.

Está claro que la principal bandera del candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares para sumar los votos que lo lleven a la gubernatura, es su promesa de «meter a la cárcel a todos los que han saqueado a Veracruz, empezando por el Gobernador Javier Duarte».

Como línea discursiva para su campaña, esta promesa es muy fuerte, muy atractiva frente a una sociedad que ya sufre el hartazgo por el evidente desaseo de muchos servidores públicos.

La estrategia de los de enfrente, del candidato del partido en el poder, es anular dicha campaña con una similar. Él también ofrece acabar con la impunidad y castigar la corrupción.

En los más diversos foros se discute quiénes serían las víctimas más «propicias», en caso de que Héctor Yunes Landa llegue a la gubernatura y tenga que cumplir su palabra.

Para la mayoría resulta obvio que no meterá a la cárcel a Javier Duarte. Eso ya está convenido con el Centro. Pero alegará que debe legitimarse y hacer ver a la población que no se ha olvidado de lo prometido.

Casualmente todos los consultados sobre el tema coinciden en que los personajes que mejor cumplen el perfil para hacer el papel de «chivos expiatorios», son precisamente Audirac y Aguirre.

Hoy es evidente que Javier Duarte no está dispuesto a permitir que hagan escarnio de su gestión. Si hay que meter a la cárcel a alguien, será él mismo quien lo promueva.

El anuncio no es tan simple. Desde que se hizo pública su inhabilitación, Mauricio Audirac he enviado mensajes en los que sugiere que tiene en su poder copias de expedientes, documentación muy reveladora acerca de las tropelías que se han cometido en la actual administración estatal.

Hay quien ha sugerido, incluso, que el propio Audirac Murillo ya tendió puentes con Miguel Ángel Yunes Linares para ofrecer esa información a cambio de inmunidad.

A Mauricio Audirac es a quien se atribuye -en una más de las leyendas urbanas- que se habría quedado con 50 millones de pesos que el Gobernador Javier Duarte habría enviado por su conducto al Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez, para que diera por solventadas las observaciones a Veracruz. Quienes narran esta anécdota aseguran que esa fue la razón del cese de Audirac Murillo del cargo de secretario de Finanzas.

Planteado en esos términos, pareciera que nos referimos a una guerra entre bandas criminales, y no un análisis del ejercicio de la administración pública.

Sin embargo, sacar todo esto a la luz es caminar en la dirección correcta. Es conocer hasta dónde se ha extendido la corrupción, para poder arrancarla de raíz.

Ojalá así sea.

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