Tema resuelto

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / La tendencia luce irreversible.

Esta semana que inicia se confirmará lo que ya muchos conocen: La identidad del candidato priista a la gubernatura de dos años.

Javier Duarte hizo su movimiento y la decisión está tomada. Ahora lo que sigue es trabajar en las dos premisas que la dirigencia nacional del PRI estableció: Unidad e inclusión.

Ya hay candidato, ahora toca poner al punto las herramientas para alcanzar la victoria.

El factor de la unidad es tan importante, que incluso la oposición, sabedora de sus limitaciones, ha empujado hasta la ignominia un proyecto de alianza que le reditúe una suma aritmética de votos que los haga competitivos.

El PAN y el PRD buscan polarizar la contienda, en el afán de cosechar los sufragios de quienes decidan castigar al PRI y a su gobierno. No será sencillo. Los candidatos independientes (todos de extracción panista y perredista) habrán de restarles votos, lo mismo que los partidos que se negaron a participar en alianzas oportunistas.

Pero, como ha sucedido en muchísimas ocasiones, el verdadero rival del PRI está adentro. El recuento de descalabros electorales del partido tricolor muestra un factor común: Han sido derrotados cuando antepusieron proyectos y ambiciones personales o de grupo, por encima de los intereses de su partido.

Los afanes de revancha, la tendencia a la exclusión, al narcisismo, y a la egolatría, son los tumores que suelen atacar al candidato tricolor y que lo terminan por hundir.

El próximo jueves, 14 de enero, habrán de sentarse a la mesa seis personajes, para confirmar lo que ya está decidido, y tomar los acuerdos necesarios para que los no elegidos se sumen (de forma decidida, y sin simulaciones) a la campaña para conseguir la victoria en Veracruz.

Habrá un aval: El dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Un árbitro: El Gobernador Javier Duarte de Ochoa, y cuatro aspirantes: Los senadores José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, así como los diputados federales Alberto Silva Ramos y Érick lagos Hernández.

El primero y el último van de relleno, pero también sacarán tajada del encuentro. Pepe Yunes buscará conseguir las posiciones que le garanticen que nadie habrá de hacerle sombra en su carrera por la gubernatura de Veracruz para el 2018. Érick Lagos hará los amarres necesarios para sobrevivir, para mantenerse en el escenario político nacional y, en una de esas, estar en condiciones de buscar la senaduría dentro de dos años.

Héctor y Alberto son los finalistas, aunque para ese momento ya sabrán quién fue el favorecido. Ambos poseen fuerte capital político y se necesitan mutuamente. Silva no podría aspirar al triunfo confrontado con el senador, pero Héctor tampoco podría hacer mucho si no suma a la bancada veracruzana en el Congreso federal.

Cualquiera de los dos necesitará la estructura electoral del PRI, controlada hoy, de forma absoluta, por Javier Duarte de Ochoa.

Ahí, en esa reunión, habrán de sellarse los compromisos, ante el dirigente nacional de su partido. Ahí se sabrá si ese discurso de unidad, de inclusión, de lealtad con su partido, es real, o si sólo fue pose en busca de la aceptación de la militancia.

Antes, acá en Veracruz, el elegido habrá de sentarse con Javier Duarte. Deben negociar temas como la lista de candidatos al Congreso local, el financiamiento de la campaña a Gobernador, las posiciones que reclaman influyentes grupos políticos de la entidad, y hasta el blindaje para el gobernador y sus colaboradores más cercanos, en caso de que el candidato priista gane la gubernatura.

Todos esos temas, y muchos más, habrán de quedar resueltos antes de que se sienten ante el dirigente nacional del PRI.

Unidad e inclusión.

Muy pronto sabremos si entendieron el verdadero significado de esas palabras.

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