Veracruz, búsqueda de señales en un imperio nerónico

Duarte
Javier Duarte de Ochoa
- en Opinión

Armando Ortiz / Deberíamos leer más seguido la Biblia, en ella podríamos encontrar ejemplos amonestadores que nos ayudarían a entender los sucesos que ocurren en nuestros días. Sobre todo en esta época de contiendas electorales en los que la incertidumbre por conocer al elegido causa delirios a unos y despierta las manías de otros.

Para el próximo año en Veracruz se vivirán momentos definitorios. Los veracruzanos se enfrentarán a una elección en la que tendrán que decidir si continúan bajo la opresión de la “Fidelidad”, o si optan por un cambio real que ayude a reconstruir un estado que ha sido devastado por funcionarios corruptos, saqueadores con nombre, arribistas que han hecho de la impunidad su tarjeta de presentación. Si el estado de Veracruz está como está es por ellos; y no hace falta hacer un recuento de los daños, basta escuchar el canto jubiloso de un gobernador que mientras ve arder su ciudad toca la lira y entona arias que hablan de héroes maravillosos que edificaron una ciudad que nunca será derrumbada. Es por ello que necesitamos cambiar este gobierno nerónico, porque después de la ciudad lo que sigue es incendiar al pueblo.

Esa necesidad de cambio de unos y esa obcecada urgencia de permanecer en el poder de otros, es lo que pone a muchos a buscar señales que les ayuden a vislumbrar el futuro. Mientras no se diga claramente quien habrá de ser el candidato del PRI al gobierno de Veracruz, la incertidumbre seguirá alimentando esos delirios de búsqueda. Es así que se ha creado una psicosis colectiva en la que todo mundo ve señales en donde no hay: En el gesto del gobernador, en el abrazo de un funcionario, en la visita de otro, en la selfie con el presidente, en los destapes que no lo son, en las líneas de algún textoservidor de primera fila; bueno, debe haber iniciados que juren haber visto el rostro del candidato hasta en una tortilla quemada, o en las manchas que deja la humedad en la pared.

Están también los que crean señales artificiales para confundir, de tal modo que contratan agoreros de a peso que salen al desierto a proclamar que el que les paga es el bueno. Pero el caso es que todavía no se decide nada; pero el caso es que el candidato no surgirá de la nada, sino de aquellos que vienen trabajando en su proyecto desde hace varios años. Es decir, el candidato no puede ser un improvisado.

De modo que hay que dejar de buscar señales y pongámonos a leer la Biblia. En el capítulo 24 del evangelio de Mateo, ante la pregunta de “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”, el Mesías advirtió a sus discípulos: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán grandes señales y prodigios para extraviar, si fuera posible, hasta a los escogidos. Por eso, si les dicen: ‘¡Miren! Está en el desierto’, no salgan; ‘¡Miren! Está en los aposentos interiores’, no lo crean. Porque así como el relámpago sale de las partes orientales y resplandece hasta las partes occidentales, así será la presencia del Hijo del hombre. Dondequiera que esté el cadáver, allí se reunirán las águilas”.

De modo que, para que adivinar lo que tarde o temprano habrá de suceder. Mejor busquemos paciencia. Es cierto que urge cambiar esta forma de gobierno, pero mientras eso sucede, empecemos por hacer los cambios en nosotros.

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