“Halconazo” y represión en Veracruz

- en Opinión

Aurelio Contreras Moreno /

Para Melissa, Raziel, Hugo e Iván

En solidaridad

Este fin de semana los veracruzanos pudimos atestiguar lo que se viene para los últimos meses que le quedan al terrible gobierno de Javier Duarte de Ochoa.

Él y su inamovible secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, hicieron gala de toda la prepotencia y violencia de la que son capaces, al grado de actuar con la soberbia que da la impunidad, a pesar de la flagrancia de sus abusos.

La nota del fin de semana fue la atroz represión que elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y del grupo armado de supuesta élite llamado Fuerza Civil perpetraron en contra de los maestros que acudieron a protestar en contra de la evaluación magisterial de la mal nombrada “reforma educativa”, y en la que no distinguieron entre hombres, mujeres y personas de edad avanzada.

Más allá de que tengan o no razón los profesores para oponerse a la evaluación –personalmente quien esto escribe considera que sería sano que demuestren que están capacitados para dar clases–, la respuesta del gobierno fue no solamente desproporcionada, sino criminal.

El sábado, primer día de la evaluación, la policía la emprendió contra los manifestantes, que formaban una valla humana en las instalaciones del complejo Omega de la ciudad de Xalapa, con toletes eléctricos e incluso a algunos se les vio blandir desarmadores, lo cual está completamente fuera de lugar y contraviene todos los protocolos de respeto a los derechos humanos y de manifestación de las personas. Ese día, incluso resultó agredido el diputado federal por Xalapa urbano, Cuitláhuac García, quien acompañaba a los manifestantes.

Como los profesores lograron su objetivo y “reventaron” el primer día de evaluación, para el domingo el gobierno de Javier Duarte tomó medidas aún más violentas, tanto en Xalapa como en Boca del Río.

Unos sujetos vestidos de civil, presuntamente elementos de Seguridad Pública infiltrados entre los manifestantes, al más puro estilo de los “halcones” de Luis Echeverría arremetieron contra todo lo que encontraron a su paso, con una saña inusitada, propia de los grupos de choque paramilitares. El saldo de heridos es indeterminado.

Durante los dos días de refriega, tanto los policías uniformados como los “halcones” de Javier Duarte y Arturo Bermúdez agredieron con particular violencia a los reporteros que cubrían la manifestación, a pesar de que éstos se identificaban plenamente como tales, lo que hace suponer que había una orden expresa de evitar el registro de los actos de represión, lo cual no consiguieron, pues varios videos que circulan en los medios no alineados con el gobierno  estatal y en las redes sociales, consignan la brutalidad de la actuación de los “científicamente preparados” esbirros del secretario de Seguridad Pública.

El talante más autoritario y fascista del gobierno del admirador del dictador español Francisco Franco se asoma con temeridad a prácticamente doce meses de que concluya el sexenio, en medio de una crisis generalizada en materia política, económica y de seguridad. Precisamente mientras Arturo Bermúdez daba al Congreso –en medio de un insultante operativo de seguridad– cifras alegres durante la glosa del quinto informe de Javier Duarte, en territorio veracruzano se registró una docena de ejecuciones de las que no hubo, evidentemente, referencia ni explicación oficial alguna.

También quedó en evidencia que la “adhesión” del gobierno de Duarte a los mecanismos federales de protección al trabajo de los periodistas fue una fantochada más, una nueva burla. Las agresiones directas a los reporteros veracruzanos de parte de la policía no menguaron un ápice. Al contrario, a partir de ahora son todavía más violentas.

Y conforme se acerque la temporada electoral, se recrudecerán. Con la complacencia del gobierno de Enrique Peña Nieto, que dejó abandonado a Veracruz en manos de aspirantes a dictadorzuelos.

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