El de la relación con la prensa, gran tema ausente del V Informe

- en Opinión

Arturo Reyes Isidoro / Al inicio de la administración de Javier Duarte de Ochoa, en el año 2011, publiqué en “Prosa aprisa” que a él no le interesaba ser popular. Esto lo dije luego de que un funcionario muy cercano a él me había comentado que eso respondía cuando le sugerían que tuviera más acercamiento con la prensa.

Pensaba yo entonces que con eso quería marcar una diferencia con su antecesor, Fidel Herrera Beltrán, quien no sólo había hecho uso de los medios, sino que había caído en el abuso de ellos como parte de su estilo populista de gobernar y tal vez tratando de crearse una imagen que lo proyectara hacia la Presidencia de la República, que era su sueño.

Esa idea que tenía entonces Duarte, más el grave daño que le causaron sus dos primeros coordinadores de Comunicación Social por la desatinada forma en que manejaron esa oficina clave del Gobierno del Estado, le provocaron no sólo un distanciamiento sino un enfrentamiento y encono con buena parte de la prensa veracruzana, que hoy se refleja en la persistente y muchas veces ácida crítica tanto hacia su persona como hacia su administración, algo que nunca antes había ocurrido con otro gobernador.

A ello se agregó una perversión que se hizo del trato publicitario prensa-Gobierno, cuando del pago por publicar en un espacio determinado los boletines e imágenes para dar a conocer las actividades oficiales se pasó a los famosos “convenios”, que compraron no sólo espacios sino el propio criterio del medio e incluso hasta la conciencia del propietario y directivo correspondiente, convenios millonarios que acabaron por crear una megadeuda, hoy impagable, que algunos de adentro mismo estiman hasta en dos mil millones de pesos.

Cinco años después y ya entrado en el sexto y último del sexenio, voces de adentro, que lo han escuchado en la Casa Veracruz, comentan que Javier Duarte se queja de que, en el caso de la prensa llamada “nacional”, de la ciudad de México, fue Fidel quien disparó las cifras, pues al trato normal que se tenía, acaso en su afán porque manejaran bien su imagen por su intención de ser presidente de México –eso pienso yo–, ya cuando iba de salida les dijo que facturaran por un monto el doble o el triple de lo que se les venía pagando.

Por eso cuando Duarte tomó el poder quiso bajar las cifras, pero se encontró con la hostilidad de los empresarios periodísticos de la “prensa nacional”, y hoy vive las consecuencias al no poder sostener el ritmo que se llevaba ni cumplir compromisos de pago de fuertes cantidades que le son reclamadas para darle un buen trato.

Pero pareciera que esa idea que tenía al inicio de su administración de no querer ser popular lo marcó, porque ya cuando corren los últimos doce meses de su gobierno no es precisamente el más popular, ni siquiera popular, y enfrenta a una buena parte de una prensa crítica que, pienso, aunque ahora se quisiera pactar con ella a cambio del pago de publicidad o convenio para que le bajara de tono a sus críticas, ya no le interesaría pues está mejor a la espera de negociar o tener un trato de entendimiento con quien pueda ser el relevo en el mando del Gobierno del Estado.

Pero además, también comentan quienes lo han escuchado en la cercanía de la Casa Veracruz, Duarte expresa que no le va a dar más “dinero” a la prensa, se entiende que en lo que le resta de su administración, esto es, se pensaría que va a abonar lo que pueda y a quienes quiera de lo que se les adeuda, pero que no va a otorgar más publicidad, ni convenios, ni “apoyos” a nadie, pues tiene la creencia de que aunque les diera, cuando se vaya lo van a criticar, le van a “pegar”, y pone como ejemplo y se mira en el espejo de Fidel Herrera Beltrán, quien, dice, les dio dinero a muchos como nunca y hoy de todos modos lo tienen a rayas con sus críticas, a veces despiadadas.

En parte, o en mucho, tiene razón, pero fue de adentro mismo del gobierno donde se pervertió esta relación, se creó un monstruo que ahora los está devorando o los amenaza devorar.

Acaso por eso mismo, el domingo, tanto en la entrega de su Informe a la Legislatura como en su mensaje a los veracruzanos, Duarte no le tiró siquiera una pedrada a la prensa veracruzana ni a los verdaderos periodistas, ni habló de la libertad de prensa ni de expresión, por lo que perdió, a juicio mío, una gran oportunidad, tal vez la última en un acto de gran magnitud como el que encabezó, para tratar de restañar viejas heridas con la prensa y, con toda humildad, demandar una tregua y una última oportunidad para intentar el mejor entendimiento posible, siempre con respeto, en el último año de su gobierno pensando siempre en el bien de los veracruzanos.

En justicia debo decir, porque lo viví tres días antes del Informe –hablo de mi caso personal–, que una parte importante de la prensa no se cierra al diálogo y responde al trato respetuoso como le respondió al actual coordinador de Comunicación Social, el mejor de los que ha habido, Juan Octavio Pavón González, asistiendo a una invitación para conocer sus nuevas instalaciones y compartir un sencillo pero sabroso y ameno desayuno, pero creo que no se le apoya para intentar algo más.

Desde mi punto de vista, el de la relación con la prensa era un tema obligado a abordar, sobre todo porque incluso organismos internacionales como Reporteros Sin Fronteras han calificado a Veracruz como uno de los estados más peligrosos para ejercer el periodismo, al lado, tristemente, de países como Egipto, Libia o Costa de Marfil, una calificación que en nada honra al Gobierno del Estado, por lo que había que hacer una defensa en defensa propia para tratar de limpiar esta mancha.

Duarte habló de libertades pero sólo obligado por las circunstancias, cuando aparecieron las protestas adentro del recinto tan pronto había comenzado a hablar. “Quiero hacer un paréntesis en la presentación y pedirles a mis compañeros de Gobierno  que quienes se quieran expresar, lo hagan de manera pública, estamos en un estado en donde se dan libertades para poder expresarse. Que lo hagan con toda libertad. Que lo hagan con toda la libertad y todo el respeto que se merecen”.

Ojalá y esa misma línea sea para el caso de la prensa en lo que resta del gobierno, pues la crítica va a continuar, incluso, me atrevo a pensar con base en la experiencia, en la medida en que se le vaya acabando la administración va a arreciar y en muchos casos va a ser despiadada dado el resentimiento que hay en algunos casos.

¿De quién fue la omisión? ¿Quién o quiénes redactaron el Informe? ¿Quién sugirió que no se abordara el tema? ¿Quién no bien aconsejó a Duarte de que se intentara un llamado al entendimiento con la prensa?

El Gobernador no necesita enemigos afuera

Grave, gravísimo que le hayan impedido el acceso al Congreso del Estado a directivos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) para asistir a la comparecencia del secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pelegrín. Se supone que el Congreso es la casa del pueblo (je je). Quienes toman esas decisiones allá adentro son los peores enemigos que tiene Javier Duarte de Ochoa. Antes, a los empresarios ya los sacaron por la fuerza del propio edificio de la Sefiplan. El divorcio Gobierno-sociedad es grave… Si Marcelo Montiel Montiel no se va de la delegación de la Sedesol federal, ¿es que lo quiere José Antonio Meade para que le opere a Pepe Yunes y a él mismo en su aspiración a la Presidencia de la República?… Silva Ramos insiste. Ahora presumió que la alcaldesa de Aquila, un pequeño pueblo cercano a Orizaba, abandonó el PAN por no estar de acuerdo en su alianza con el PRD para pasarse a su partido y que ya lleva ocho adhesiones de ex “opositores”… Mientras, la alianza opositora va.

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