Dos mundos diferentes

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Paradójico. Mientras el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte, hablaba de las mejores estrategias para abatir la pobreza en la entidad, a muy pocos kilómetros de distancia, en la misma ciudad, uno de sus más importantes colaboradores, Antonio Gómez Pelegrín, comparecía ante los legisladores locales, y el personal de logística del Poder Legislativo impedía el acceso a líderes empresariales que acudían con el fin de cobrar lo que la actual administración estatal les debe.

Este martes visitó Xalapa el titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) José Antonio Meade Kuribreña, quien llamó a coordinar esfuerzos, entre los tres niveles de gobierno, para abatir el rezago educativo, que en Veracruz significa que dos millones de adultos que no hayan terminado la primaria o la secundaria.

Mientras tanto, en el Congreso local, Gómez Pelegrín seguía regateando los recursos para la Universidad Veracruzana.

Aclaró que, según sus cuentas, el Estado le debe a la UV mil 308 millones de pesos (que no es poco) y no los 2 mil 300 millones que reclama la casa de estudios.

Dijo el titular de Finanzas y Planeación que se ha estado liquidando, poco a poco, el pasivo con proveedores y contratistas. Sin embargo, en la entrada a la sede del Poder Legislativo se quedaron atorados los dirigentes en Xalapa de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Antonio Pino y Javier Téllez, pues el personal de seguridad les aclaró que tenían que presentar la invitación correspondiente, que no tenían.

Los dirigentes empresariales dijeron que el Gobierno de Veracruz les debe a sus agremiados cerca de mil 500 millones de pesos.

Mientras eso sucedía, en otro punto de la ciudad, Javier Duarte hablaba de que “sólo trabajando de cerca a la sociedad y haciendo cada quien lo que le corresponde, se tendrá mayor éxito en la tarea de combatir la pobreza y de crear las condiciones de bienestar para cada familia veracruzana”.

En una ampliación de lo que informó el pasado domingo, Duarte de Ochoa dijo que en esta entidad se ha transformado la política social de nueva generación “en logros de una sociedad decidida a cambiar su realidad, sobre todo a mejorar su calidad de vida y tener certeza en el porvenir para lograr más resultados eficaces que beneficien a miles de veracruzanos».

Por su parte, Gómez Pelegrín admitía que tan sólo la deuda bancaria del Gobierno del Estado, que es de 25 mil 145 millones de pesos, afecta más de la mitad de las participaciones federales.

Por ello el interés de aplicar una nueva renegociación de la deuda pública, de manera que se puedan liberar recursos federales que hoy son retenidos para cubrir los pasivos.

Y siguen pendientes las cuentas con la UV, y con los pensionados, y con los becarios, y con los proveedores, y con los contratistas, y con los medios de comunicación, y con Hacienda, y con el IMSS, y con el ISSSTE, y con el magisterio, y con la burocracia.

Según Javier Duarte, Veracruz vive un momento de transformación y de desarrollo. Según el titular de Finanzas de su gobierno, Veracruz está saliendo “poco a poco” del desorden administrativo que vivía y se aspira a concluir la actual gestión con las cuentas saldadas.

Dos realidades polarizadas, que siembran la duda entre los veracruzanos.

En política no sólo hay que ser, sino parecer, y esto último le está fallando la estrategia a Javier Duarte.

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