¡Madruguete!.. en puerta

- en Opinión

Édgar Hernández* / Desde la asunción de Alberto Silva a la máxima dirigencia del PRI estatal algo se está cocinando.

A fuego lento.

Siempre cuidando a la opinión pública, a la nacional porque la estatal les vale un soberano cacahuate, en esa pretensión de no alebrestar la gallera priista, esto es, deslizar un “destape” naturalito, como si fuera la expresión del partido en total unidad.

Eso sí, siempre con el apoyo de la cargada, esos acarreados, y las insustituibles redes sociales que para estos días empezaron a moverse deslizando una fotografía, tipo dictadorzuelo de un país bananero, en donde se ve a Erick Lagos en pose al estilo Al Capone, con el lema “Mi vida por Veracruz. Candidato a Gobernador”.

No dice más, ni necesita.

La imagen se presenta a todas horas inundando las redes. Y él, Erick –no el Erick Rojo, pero sí Erick el “negro”- enhiesto de riguroso traje negro y corbata rosada en un algo así como ¡Ya la hice!

En paralelo y de manera oficiosa desde el inicio de la semana se empezó a publicar en la prensa afín que este sábado se registraría el “destape” –una especia de destape de estado- del propio Erick Lagos en evento a realizarse en Minatitlán en donde se encontraría de manera “voluntaria” con 20 mil aguerridos hombres del campo quienes están ansiosos por manifestarse por este superganador que acometió la hombrada de ganar la diputación federal con 70 mil votos… y es que ahí, en Isla, hasta los muertos se levantaron a votar.

Ganó, pero que digo ganó, arrolló (desde luego que hubo un gastito de 200 millones de pesos para la compra del voto ¡gulp!) sin que sufriera arruga alguna su guayabera de lino.

Por ello Erick es el candidato del PRI a gobernador, se desliza desde los sótanos del poder.

Y sí.

Para nadie es desconocido que es el gallo de Fidel Herrera Beltrán, en donde muy pegadito está Alberto Silva Ramos, quien es el cisne –un poco desplumado- de Javier Duarte, a quien también se ha querido empujar a lo mismo pero su actitud misógina lo tiene en serio predicamento.

Es en esa dupla donde pretende el aparato de poder mover el proceso sucesorio a como dé lugar. Es por ello que desde el arribo de la nueva dirigencia priista que el dinero fluye a raudales.

Es por ello que de manera nada discreta Erick recorre pueblos y ciudades amarrando líderes y comunidades enteras con tremendos fajos de billetes, al más puro estilo Fidel experto en sacar billetes de a 200 de su enorme saco para darlo a la gente que se le acercaba hasta que un día un ayudante le dio un fajo de 500 y al terminárselos lo empezaron a corretear a grado tal que se tuvo que refugiar en un gimnasio en Cosamaloapan.

Pero regresando.

Silva y Erick/Erick o Silva es la fórmula.

Si llega Silva, un escaño en el Senado de la República lo tiene garantizado el pequeño Erick, pero si llega Erick, el compromiso es construirle la circunstancia a Silva para que entre en el 2018.

Así de fácil buscarán resolverle la vida a los veracruzanos, sencillito le habrán de poner el camino a los saqueadores del erario público… y el regreso de Fidel a Veracruz será triunfal.

En este pretendido albazo se está cierto que el centro no brincará al insistir el primer priista, el señor Javier Duarte, que él y nadie más es el ganador absoluto de las elecciones y cuidado quien recuerde que perdió la presidencial de Peña Nieto y la paliza que le dieron en Xalapa o los números tramposos de la pasada elección para renovar las diputaciones federales en donde se perdieron 400 mil votos duros.

¡No, no, no!

Aquí el tema es el arrebato, pero con clase… con elegancia.

¿Para qué tanta tosquedad si los que detentan el poder son ellos y como patrones pueden mover el escenario, pintar cuadros de certeza y garantizar la plaza con un simple tronido de dedos?

Así pues, el madruguete está en ciernes.

En cualquier momento se sucederá. Tan solo se espera el momento y las condiciones.

Y acaso no sea este fin de semana, ya que un error de lengua de parte de Alberto Silva “les vamos a hacer la prueba de embarazo a nuestras candidatas” echó a perder el pastel, pero aseguran tener tiempo.

Como dueños del PRI pueden ajustar la circunstancia si antes no intervienen en Los Pinos para indicar que es el momento de la nominación e inmediato registro del candidato de unidad.

Y es que la Fidelidad, disfrazada de Duartismo, olvida un pequeñísimo detalle, no sé, tal vez irrelevante, que ya hubo un antecedente que buscó cambiar la historia política de Veracruz sin alcanzarse el éxito.

Sucedió en 1974.

Y me remito al relato del priista Ignacio Vázquez Torres, delegado del CEN del PRI en Veracruz en aquel momento y uno de los políticos más cercanos al legendario Jesús Reyes Heroles, presidente del PRI nacional ese año.

El narra la experiencia aderezada con decenas de testimonios sobre el caso, sobre el suceso que frustró las aspiraciones a gobernador de Manuel Carbonell de la Hoz.

Rememora la rispidez gubernamental desde su denominación como delegado, su primer encuentro con varios actores de la entidad protagonistas de la sucesión, cómo el entonces gobernador Rafael Murillo Vidal, el propio subsecretario Carbonell y el presidente estatal del PRI Manuel Ramos Gurrión, hasta el “encuartelamiento” que tuvo que sostener en varias ocasiones por la relación de choque que existía entre las autoridades políticas estatales con las nacionales.

El escenario en aquel momento estaba enmarcado por un ruido político como el de ahora en donde no se tomó en cuenta la relación “de pares”, que sostuvieron durante toda su vida Echeverría y Reyes Heroles, que dio lugar a que el periódico Excélsior publicara a ocho columnas la famosa frase de Reyes Heroles sobre Carbonell: “Yo como veracruzano, no he votado por él”.

El “carbonelazo” fue una “crisis de nueve días”, una crónica de una precandidatura colapsada, un conjunto de hechos que se dan en el epicentro del poder presidencial en 1974 y que hasta el día de hoy es motivo de debates, análisis y polémica.

Del “carbonelazo” mucho se ha escrito al respecto ya que tras el destape se produciría la caída. Entraría al relevo Rafael Hernández Ochoa, quien el 25 de mayo de 1974 inició su campaña electoral en vez de Carbonell.

Hay lecciones de vida y en la política que no se olvidan, sobre todo esa que habla que el poder es prestado y que no se puede violentar un mandato superior.

Con el PRI en la Presidencia de México no hay más que acatar el mandato del poder vertical.

Es por ello que el Carbonelazo debería ser un buen ejemplo para quien está cocinando un madruguete justo en momentos en que desde la casa presidencial de Los Pinos ya se dio la orden de nominar en los siguientes días a… un Yunes ¡Llámenme Pepe!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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