Guerra carnal a la vista

- en Opinión

Salvador Muñoz / A veces cuando veo a hermanos envueltos en la política, no deja uno de extrañar a los clásicos bíblicos, romanos y helénicos llenos de pasión como Abel y Caín, Rómulo y Remo así como Pólux y Cástor, que no se andaban con rodeos a la hora de decirse las cosas como eran, al grado de llegar los conflictos y la resolución de éstos, con la muerte de uno.

Sí, el acucioso lector podrá decir que ahí tenemos a los gemelos Cuauhtémoc y Tonatiuh Pola, de los que se dice que existe un odio jarocho entre ellos, pero por ser más políticos que guerreros, la sangre no llega al río.

¿Qué pasó en la psique filial de los carnales de nuestros tiempos? ¿dónde quedó la envidia? ¿el desamor? ¿el celo?

Hoy tenemos casos espantosos de un hermano que celebra los triunfos del otro hermano y todavía los publica en el facebook… ¿por qué no es un hermano normal Rodrigo con Ricardo García Escalante como lo fue Caín con Abel?

Hay otros carnales que mantienen sus distancias y cada quien labra su propio camino como puede ser Américo y Guillermo Zúñiga, Omar e Iván Alemán Chang y en una de ésas, Jorge y Karim Carvallo Delfín. ¿Creen que aquí quepan los hermanos Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez?

¿Y qué decir de aquéllos que son una especie de cómplices o socios, como pueden verse Regina y Fabiola Vázquez Saut, o a sus “primos” Cirilo y Ponciano Vázquez Parissi, que trabajan para sí.

Aunque hay quienes crecen a la sombra del hermano, los dejos de pasión parecen no crecer en su alma, y ahí tenemos el caso de Valentín Flores Aguayo y su carnal Uriel. Y si cree que son los únicos, se equivoca y el Puerto tiene a estos hermanos en Carolina y Gustavo Gudiño Corro. Y para los nostálgicos del “Todo tiempo pasado fue mejor”, no podemos dejar de recordar a Jorge y Alberto Uscanga Escobar o Emeterio y Sabino López Márquez.

Injusto sería dejar a un lado a quienes dieron poder, fuera económico o de apellido, o ambos, a sus retoños: los padres. Aunque siendo sinceros, pocos son los hermanos que tuvieran las condiciones de Rómulo y Remo, hacerse por sí solos, y aquí caben los Carvallo Delfín.

Pero quienes son por ser “hijos de”, la mayoría entra a esta categoría y podríamos incluir a Juan Nicolás y Ruth Callejas Roldán, Marco Antonio y Oliver Aguilar Yunes y qué decir de Cirilo y Lupita Félix Porras.

Como en la mayoría de los casos (a excepción de los Pola), a estos hermanos citados, pareciera que lo mismo que los une y a la vez los aleja de las pasiones propias de las razones filiales de un Abel y Caín, Cástor y Pólux o Rómulo y Remo, es la política.

Sin embargo, ¿qué va a ocurrir en breve, cuando dos hermanos pongan a prueba su amor, su cariño y respeto, siempre prodigado, a la hora de que sus sueños, aspiraciones políticas, los pongan como rivales?

Nos referimos a los hermanos Lilia y Yarid Chrisfield Lugo, ambos priistas, con trabajo de años en esta institución política, donde incluso, han trabajado juntos para otros políticos. Hoy, tanto a Lilia como a Yarid les gustaría que su partido, el PRI, les diera la oportunidad con la candidatura por la curul local de Poza Rica.

Quizás en otro tiempo, en una plática de carnales, de “broders”, de “cuadernos”, hubiera bastado un volado, un acuerdo, para ver quién podría ser el propietario y quién el suplente, pero las nuevas disposiciones en materia electoral, hablan de equidad de género y candidato y suplente del mismo género… es decir, en la casa de los Chrisfield Lugo pudiera estarse gestando un conflicto como los helénicos, los romanos, quizás no tan bíblico, ni tan a los Pola, pero con el suficiente aderezo para darle sabor al distrito de Poza Rica, entre los priistas, cuando toque el momento de que Lilia y Yarid se enfrenten en la lucha por ir forjando sus propios sueños. ¿Quién será el Caín, quién el Cástor, quién el Rómulo? Ojalá Lilia y Yarid vuelvan a esos clásicos y nos den una nueva historia que narrar.

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