Armando Ortiz /
«Ingrata, no me digas que me quieres
no me digas que me adoras, que me amas
que me extrañas, que ya no te creo nada».
Café Tacuba
La defensa en favor de la Universidad Veracruzana que hicieran algunos medios, columnistas y analistas fue determinante para hacer pública la deuda que tibiamente reclamaba Sara Ladrón de Guevara. Y es que ella se lo dijo a los diputados federales electos, porque no le cabía en la boca el reclamo y a oscuritas andaba quejándose, señalando en privado lo que no tenía el valor de decir en público.
El caso es que los pagos no fluían. El monto se elevó a 2 mil millones de pesos. Ante la desesperación la Junta de Gobierno tuvo que dar la cara por la rectora y publicó una carta abierta en la que se solicitaba un calendario de pagos pues la falta de presupuesto limitaba las actividades de la UV al grado de que la matrícula no creció, al grado de que las actividades académicas y de investigación se retrasaban e incluso se habló del riesgo de no poder pagar la nómina de los trabajadores de la UV. La carta pública salió en Proceso y se replicó en otros medios a manera de noticia. Todavía el día martes el periódico Reforma se refirió a esos adeudos (ver nota).
El gobernador en respuesta a esa carta siguió señalando que lo que el estado hacía era dar un subsidio. Y que un subsidio se da a una persona que no trabaja o que no puede trabajar. ¿Eso es lo que piensa de la UV? ¿Que no trabajan y que por eso los subsidia? ¿Que no pueden trabajar como si tuvieran una discapacidad que se los impide? (ver nota)
Pero sale la cobarde de Sara Ladrón de Guevara a decir que las autoridades de la UV no estaban de pleito con el gobierno del estado. Sale la muy ingrata rectora a decir que siempre se han llevado bien y que nunca hubo un problema. Que fueron los medios de comunicación los que la subieron al ring con el gobernador.
¡Más que ingrata! Una persona valiente y honesta hubiera dado las gracias a los medios por dar difusión al tema de la deuda, por apoyar a la Universidad Veracruzana, por poner incluso en riesgo nuestra integridad al encarar al gobierno.
Más que ingrata, no tuvo los arrestos para exigir lo que le debían y por ello la Universidad Veracruzana, de acuerdo con la carta de la Junta de Gobierno, limitó su crecimiento. Todo por una rectora cobarde y además ingrata.
Pero muchos no necesitamos que nos dé las gracias; no lo hicimos por ella, lo hicimos por la deuda que tenemos con nuestra alma mater; y lo volveríamos a hacer.