Hablando de la Alerta de Género

- en Opinión

Tomás R. Domínguez Sánchez / En nuestros días somos testigos de cómo la mujer ha ido ganando terreno poco a poco y podemos ver mujeres en puestos políticos de muy alto rango, así como investigadoras, docentes, amas de casa, y en general mujeres que han logrado demostrarse a sí mismas, y por supuesto que a todos los demás, la capacidad que siempre han tenido para poder llevar las riendas desde el manejo diario de un hogar hasta todo un complejo sistema político, incluso hay estudios científicos que han concluido que una mujer utiliza una mayor parte del cerebro en comparación con el hombre; pero por otro lado, también somos testigos de toda la violencia y discriminación que sufren desde sus puestos de trabajo y en sus hogares siendo víctimas de sus parejas, que por lo regular empiezan por la agresión psicológica, verbal y termina en la agresión física, esto a pesar de todos los esfuerzos gubernamentales que se aterrizan en la implementación de campañas de información, orientación y de superación a través de las Comisiones de Derechos Humanos, desde la Nacional hasta la Estatal y de la creación de los Institutos Municipales de la Mujer.

El derecho está en constante movimiento y siempre evoluciona, y en cuanto a la protección a los derechos humanos de las mujeres no ha sido la excepción, porque el derecho internacional desde siempre ha tomado cartas en el asunto y esto ha llevado a dotar de mecanismos jurídicos mundiales para lograr proteger a las féminas; existen así distintos ordenamientos como lo son la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (conocida por sus siglas en inglés, CEDAW) que destaca porque es aquí donde se define el concepto de discriminación y aporta ideas para eliminarla, también cuenta con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (también conocida como Convención de Belém do Pará) esta convención  reconoce el derecho de las mujeres a una vida sin violencia y establece que la violencia contra ellas es una violación a los derechos humanos, ambas convenciones, que son las más relevantes, destacan en cuanto a la protección que brindan a las mujeres, además en el Estatuto de Roma que creó a la Corte Penal Internacional que define y ataca las prácticas violatorias a los derechos humanos de las mujeres que históricamente han ocurrido en situaciones de conflicto armado o de disturbio: la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado, la esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable.

En ese contexto, estas disposiciones internacionales obligan a los Estados parte, que son los que firmaron y ratificaron su adherencia a dichas convenciones, a que se comprometan a tomar todas las medidas de protección que garanticen la igualdad, respeto y protección a las mujeres, plasmadas en dichos instrumentos, así es como nace el delito de Feminicidio que se encuentra regulado en el Código Penal del Estado en su artículo 367 Bis, donde queda definido y delimitado y que de alguna manera se traduce en el cumplimiento de la obligación de México como Estado Parte de las Convenciones; existe otra medida adoptada por nuestro país que es la famosa Alerta de Género que se define como el reconocimiento por parte del estado de la existencia de violencia de género y consiste en adoptar medidas de protección suficientes para garantizar la protección de los derechos humanos de la mujeres que han sido víctimas de violencia, así cuando se emite el estado debe enfocar sus esfuerzos y redoblar la seguridad para lograr el fin, que es el de proteger a la mujer.

Lo cierto es que la emisión de la Alerta de Género, significa una derrota para el Estado por no poder proporcionar las medidas suficientes que garanticen la seguridad de las mujeres, implica un fracaso porque para emitirla se deben documentar suficientes casos de feminicidios para justificarla; en Veracruz será muy difícil que se emita, aun cuando la competente para hacerlo es la Secretaría de Gobernación, porque sería la estocada política final y quedaría al descubierto, aparte del duro problema económico por el que atraviesa el estado, la falta de seguridad para las mujeres.

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