Duarte, ¡qué mala pata!

- en Opinión

Édgar Hernández* / Ni un baile en Chalma, tampoco una limpia en Catemaco, ni una sesión de magia blanca para acabar con la mala suerte, ni los amarres en luna llena… nada, pero nada le quita ya la mala suerte a Javier Duarte.

Es más, cuando no le llueve le llovizna.

Ya veíamos a éste, nuestro mejor exponente del infortunio, a quien en el día a día le matan a un periodista o le siembran racimos de cadáveres o los viejitos del IPE le echan pleito.

Y eso es lo menos.

En el ámbito internacional lo tienen en la mira por lo del fotoperiodista Rubén Espinosa, los 500 más influyentes del mundo de la intelectualidad, las bellas artes, escritores y hombres de ciencia y cultura le reclaman explicaciones, el New York Times le editorializa muy feo arrastrando al propio Enrique Peña Nieto y las marchas y manifestaciones por todos lados que no tienen fin y lo inédito, lo histórico: es citado por la Procuraduría del DF para que declare.

¡Oh, Dios!.. ¿Quién podrá ayudarle?

¡Ni los “Ginos”!

Está que nomás no se la acaba. Y es que a la mala suerte se suma la impericia.

Sin que nadie se lo pidiera sale el lunes anterior al monólogo de prensa de siete minutos para decir que debemos más 44 mil millones de pesos… ¡Dios mío!

Más leña a la hoguera.

Ya veíamos más rápido que aprisa le sale al paso su examigo Pepe Yunes para decirle:

“¡No se equivoque, señor gobernador, la deuda pública rebasa los 80 mil millones de pesos!”

Y no terminaba de aclarar y declarar ante el ministerio público del DF que era inocente en el tema de la matanza de La Narvarte en donde fue sacrificado el fotoperiodista Rubén Espinosa, cuando de manera por demás extraña un periodista de su propia oficina de Comunicación Social aparecía misteriosamente muerto en el baño de un cuarto de hotel.

Julio Cesar Trujillo Velázquez, casado con familia y un hogar establecido, decidió alquilar una habitación en céntrico hotel de Xalapa, en fin de semana, con la puerta atrancada por un mueble –como si algo temiera- y a media tarde decide echarse un baño y ahí en la ducha le da el infarto.

¿Qué sabía el colega? ¿Por qué se hospedó cuando tiene casa? ¿Padecía del corazón? ¿Tenía deudas? ¿Una decepción amorosa? ¿De algo se enteró y fue amenazado y por ello se escondió en un hotel? o ¿De verdad fue mera casualidad lo sucedido?

Naaadie sabe. Naaadie supo.

Julio Cesar pasa a formar parte de las estadísticas macrabras de los 15 periodistas muertos antes que él en ejercicio de su profesión misma que se suma a las pulgas que carga Javier Duarte que es como el vecino que mata un perro o nomás no le sueltan el mote del mataperros.

Decían que era de chia, pero resultó que era de horchata eso de que a Duarte seguramente el broncón que trae encima le quita el sueño. En efecto, no duerme, lo mantienen sedado y está bajo tratamiento sicológico… ¡y cómo no! si todos los días desayuna tragedias.

Y no solo en el terreno periodístico.

Desde el arranque de la semana la oposición legislativa desde el Congreso de la Unión reclama juicio político y Miguel Angel Yunes Linares cada vez se acerca más a Palacio con sus condenas y advertencias.

Mientras el DF lo tienen en la mira.

Ya por lo pronto le enviaron a Pepe Yunes a que “pique, lique y califique” como está el derrumbe financiero y de paso le recuerde que hay 500 mil pobres más luego de cinco años de gestión y que no hay obra pública, menos la social.

Por segunda ocasión consecutiva Veracruz reprobó en la actualización de los Semáforos Económicos Estatales, ubicándose en el último lugar, luego de que el INEGI diera a conocer la pérdida de 18 mil 155 empleos.

Los tres primeros lugares del ranking estatal lo obtuvieron Chihuahua, Querétaro y Nuevo León con 95, 90 y 85 puntos, respectivamente. Los tres últimos lugares del ranking fueron Oaxaca, Chiapas y Veracruz.

Veracruz en último lugar en todo, encima bajo sospecha sus autoridades y su mandatario señalado.

A Duarte nadie le ayuda y si lo hicieran serviría de poco ya que los hechos lo atropellan. Mientras los rumores correr por la entidad. Todo mundo, como se dice por aquí, se hace cruces y no dejan de repetir el ¡está cabrón! que la libre.

Ya el propio mandatario estatal ha constreñido sus actividades a eventos que realiza en su casa y si sale a algún compromiso a la ciudad de México o a Toluca lo tiene que hacer acompañado de fuerte escolta de once vehículos y una ambulancia.

Son pues días difíciles, complicados, que no los quisiera uno para su peor enemigo. Son días que jamás se borrarán de su memoria. Son esos días en que le pide uno a Dios que ya se acaben, que ya termine la pesadilla y que me permitan regresar a mi casa en donde ahí también hay otro tiradero.

Aún faltan, sin embargo, 14 meses. Y la bebes o la derramas.

Tiempo al tiempo.

* El columnista es Premio Nacional de Periodismo

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