Pepe, «¡regresa…por favor!…»

Pepe
Pepe Yunes Zorrilla FOTO: WEB
- en Opinión

Desesperación y no otra cosa es lo que muestra el gobernador Javier Duarte en un escrito que aparece este lunes en la primera plana del Diario de Xalapa, “El Vocero de la Provincia”.

Está aterrado

Javier se la está jugando con Héctor Yunes Landa en momentos en que las encuestas apuntan que Pepe Yunes va arriba; que cuenta con el apoyo del Presidente Enrique Peña Nieto, del líder del Senado de la República, Emilio Gamboa, de Manlio Fabio Beltrones, con quien el martes 12 de julio comió en el puerto, del canciller José Antonio Meade y de Luis Videgaray, éste último con instrucciones de ir al rescate de Veracruz una vez que se suceda el verdadero «Destape».

Anda tras la reconciliación luego de darse cuenta que si éste llega, será el mandatario quien le pida frías y por obligación y mandato del centro le garantice la victoria electoral del 2016.

Ya desde el pasado domingo a temprana hora, antes de ir con Héctor, era manifiesta la preocupación en «Casa Veracruz» por entregar al Diario de Xalapa, un documento para que apareciera en el espacio habitual de la columna «Glosario del Momento», bajo el título de «El Calzado de Pepe», por Víctor Murguía.

Es una carta, que más parece mensaje  -muy distante de la columna política o artículo de fondo-. Es acaso un llamado con dejo paternalista para hijo pródigo para que regrese al seno del hogar que abandonó por malas consejas.

Es una admonición al tremendo Pepe, un mala cabeza, el mismo que un día decidió abdicar de quien tanto lo ha querido, de quien lo ha hecho, de quien le ha dado todo.

Así, en inopinadas actitudes del papá que exige disculpas y admoniciones que rayan en lo ridículo, se muestra a un perdonavidas Javier Duarte, máximo exponente del éxito electoral exonerándolo del desastre financiero y social en que se tiene sumido a Veracruz. A un generoso mandatario sin rencores que todo lo que ha hecho en esta vida es ayudar a Pepe.

Pepe, en la contraparte, es un malagradecido y mal aconsejado por un «chancludo» que debe regresar al camino del bien, al redil.

Escribe Javier Duarte, perdón Víctor Murgía, que «todos sabemos del distanciamiento político que existe entre el gobernador y el senador veracruzano» mismo que no se origina en la decisión de una gubernatura de dos años «sino al dejarse llevar por un grupo de zalameros de la política local que siempre han sido rémoras del sistema, que no saben vivir fuera del presupuesto y quienes vieron la posibilidad de subsistir y subirse de nueva cuenta al carro de la revolución».

Frases ramplonas, argumentos flacos, situaciones imaginarias que de ser ciertas mostrarían que Pepe es un pelele, una marioneta, un hombre sin carácter.

«El error de Pepe -prosigue la plañidera- fue haberlos escuchado y aceptar su interesado consejo de que la mejor estrategia para crecer políticamente era romper con el gobernador que lo hiciera senador en el 2012 y quien en su momento negociara al más alto nivel para que ocupara la presidencia de la Comisión de Hacienda del Senado».

¿Es cierto?

Ya el propio Pepe ha lamentado la amnesia de quien afirma «que lo hiciera Senador» cuando en los hechos Pepe no solo fue sacrificado en una ocasión por lo mismo, apartado de la sucesión del 2010 para dar paso a Duarte y desde la dirigencia del PRI y la posterior coordinación de la campaña electoral de JD contribuir a construir su victoria electoral.

Esto es, pareciera que Pepe fue inventado por Javier y que 20 años de tarea política del peroteño valieron sombrilla. Que su trayectoria en favor del PRI vale un cacahuate y que esa larga espera para aspirar al máximo cargo

de elección popular en Veracruz no cuenta.

Se olvida que Pepe no es invento de Javier. Pepe ya estaba cuando llegó la Fidelidad.

El prolijo documento censura además que Pepe se haya erigido erróneamente en una figura independiente que no le «multiplica simpatías».

¿No le multiplica?

Si precisamente las simpatías ciudadanas y de su partido son por su independencia de un gobierno fallido «rehén de corruptelas» como lo ha dicho el Senador en reiteradas ocasiones.

Se queja el Duartismo de que los ataques de Pepe han generado confusión cuando en realidad ha sido lo contrario.

Y no «entiende (Duarte) cómo Pepe Yunes aspira a ser un gobernador priista denostando a sus correligionarios, que además fueron quienes le ayudaron a llegar a donde está, en particular el gobernador».

¿Así fue?

Que se tenga registro histórico el cuestionamiento de Pepe no ha sido contra sus correligionarios en quienes ha fincado todas sus esperanzas de victoria, sino contra el propio Javier.

El largo documento habla que Pepe cada día tiene menos seguidores, que debería potenciarse con los logros del Duartismo. Insiste en que su popularidad ha bajado y que los «iluminados» que lo mal aconsejan han «lastimado la relación con la institución del gobernador de Veracruz».

Vaya, vaya.

Después de leer las definiciones de verdad se concluye que alguien vive en la Luna.

Afortunadamente «Para su información y consecuente enfado -dice el escrito hecho público- no han logrado romper el afecto personal que Javier Duarte siente por Pepe Yunes».

«Hace apenas unos días, en un corrillo privado, alguien preguntó al mandatario su opinión sobre la advertencia del senador sobre un eventual veto que le obligaría a buscar refugiarse bajo otra opción política. Cuentan los presentes que, sonriente, el mandatario estatal respondió: «Pepe está equivocado, Pepe no tiene mi veto, sólo no tiene mi voto».

Vaya pena recordarle al sonriente mandatario que para su infortunio no tiene poder de veto ni de voto tras la asunción del PRI a la Presidencia de México.

Y remata:

«Amigo del gobernador Javier Duarte, también lo es Luis Videgaray y eso nadie debe perderlo de vista».

Tiene razón. Luis Videgaray es su amigo… pero institucional, al igual que lo es de los 32 gobernadores de la república y eso tampoco puede perderse de vista.

Con Pepe, sin embargo, el Secretario de Hacienda trae una alianza de vida. Una alianza política que incluso sublima al pedir a Pepe juegue la de dos años para empatar el 2018 con sus aspiraciones presidenciales.

En fin, concluye el documento que ya rebota por redes y agudos comentaristas críticos, que «Luis Videgaray no puede pasar por alto el liderazgo y la habilidad política del joven gobernador (Javier Duarte) que le ha permitido entregar muy buenos resultados electorales en 2012, 2013 y en 2015».

Tal vez sí, tal vez no.

A Videgaray, en efecto habrá de interesarle la «habilidad política del joven gobernador»,  pero más que le aclare las deudas de Veracruz y el saqueo que lo tiene en bancarrota y eso sí que es grave.

En fin.

En el epílogo de tan penoso relato que se escribe con la firma de Víctor Murgía, que «por el bien del senador esperemos que reflexione y revise sus acciones y expresiones de los meses recientes, no es tarde para retomar su relación personal y política con Javier Duarte de Ochoa.

Obligado preguntar ¿Si Pepe retoma esa relación entonces sí tendrá el voto de Duarte?.. ¿Lo hará candidato y luego gobernador si regresa a su regazo?

Que alguien nos explique por qué si Pepe está tan mal -a pesar de ir a la cabeza en las encuestas-, si anda en malos pasos, si es tan malagradecido y ya se alejó del electorado ¿para que lo anda buscando?

Tiempo al tiempo.

 

*El autor es Premio Nacional de Periodismo

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