Vida digna, muerte digna
Salvador Muñoz / Dejaba el escritorio... avanzaba dos, cuatro, seis pasos y de repente ¡zas! simplemente olvidaba a dónde iba, con
Salvador Muñoz / Dejaba el escritorio... avanzaba dos, cuatro, seis pasos y de repente ¡zas! simplemente olvidaba a dónde iba, con