Al maestro con cariño

Marco
Maestro frente a un pizarrón FOTO: GOOGLE
- en Opinión

Édgar Landa Hernández / Después de leer un texto de mi gran amigo y maestro Luis Ortiz Ramírez, referente a los maestros; vino a la mente todos aquellos maestros que han sido parte fundamental en mi vida, personas que gracias a su dedicación y perseverancia lograron no sólo en mí, sino en cientos de alumnos dejar una huella perenne. Personajes que dieron gran parte de su vida al gran oficio de ser maestro transmitiendo cada uno de sus conocimientos de una forma meticulosa sembrando en nosotros sus alumnos la semilla que habría de germinar posteriormente.

Cada uno con características muy diferentes, estilos únicos que siempre fueron en pro del educando. A todos ellos los rememoro con mucho cariño, a los presentes y también a los que partieron a rendir cuentas al hogar paterno, lo hago con la gratitud de saberme bendecido por la fuente de su sabiduría, por haber tenido el honor de que modelaran mi alma y que juntos compartiéramos momentos de aprendizaje-enseñanza que se quedarán para siempre en los anaqueles de mi corazón hasta qué sea el momento de partir. Y sentirme orgulloso por haber sido partícipe del privilegio de absorber sus conocimientos en torno al gran sentido el oficio divino de su trabajo.

Escribir para los maestros es llenarme de satisfacción y agradecimiento, porque gracias a ellos me dejaron el gran legado para que  yo conociera y adquiriera los conocimientos hacia mis primeras letras, y posteriormente aprender a leer, son los maestros el inicio de una  inagotable sabiduría, seres llenos de luz, alegría dentro y fuera de sus aulas, mi padre siempre decía, “sus maestros son como su segundo padre, y desde niño los vi así. Queriéndolos y sobre todo respetándolos.

Dios bendiga todos los maestros por tener la virtud de dejar huella para la inmortalidad y sobre todo cuando trabajan con amor y placer.

Les dejo una frase que dice así: «a las plantas las endereza el cultivo; a los hombres, la educación; cuando se es un educador, siempre se está en el lugar apropiado, en el tiempo correcto, jamás habrá horas malas para aprender«. 

A todos mis amigos maestros y que de una u otra forma me han enseñado, mi cariño y gratitud.

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