En 2013, miles de maestros de la CNTE y otros tantos, a título personal y en pleno desacuerdo con la postura cobarde del sindicato mayoritario, el SNTE, manifestaban su repudio por una reforma laboral mimetizada y maquillada de Reforma Educativa. En ese momento Ricardo Anaya no sólo era diputado del PAN, era el presidente de la Cámara y pedía determinación y coraje a sus correligionarios para aprobar la Ley General del Servicio Profesional Docente, que fue la normatividad derivada de la Reforma Educativa aprobada en diciembre 2012.
Ricardo Anaya, como Judas Iscariote, traicionó al magisterio, le valió madres los derechos laborales de los miles de maestros inconformes. Todavía se recuerda cuando Ricardo Anaya convocó el domingo primero de septiembre a una sesión ¡a las 8 de la noche! Esto para impedir que los maestros protestaran. ¡Engañó a los maestros vilmente!
Hoy, como candidato, Ricardo Anaya prometió que, de llegar a ser presidente de México, revisará la Reforma Educativa, la que él mismo aprobó y de la cual fue impulsor. Esto —dijo Anaya— porque dicha ley «ha sido un desastre y ha sido un agravio para las maestras y los maestros de nuestro país». Pinche cinismo de este caradura. Por eso tenga por seguro que el magisterio pensante no votará por este candidato incongruente e hipócrita.
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